domingo, 25 de diciembre de 2011

Los vascos y la caza de la ballena

Museo naval de San Sebastián. César Aguilar
Fuera del País Vasco es poco conocida la tradición de la caza de ballenas que se practicó en el litoral vasco y cántabro durante siglos. Fácilmente asociamos esa actividad a los pueblos escandinavos o del ártico, pero olvidamos que los vascos mantuvieron una intensa y larga actividad ballenera. Esta relación es la que explora una interesante exposición que pude ver en museo naval del San Sebastián hace algunas semanas llamada “Cazadores de Ballenas”. Los vascos comenzaron la caza del ballena en el cantábrico pero más tarde la llevaron a las costas de Canadá. La actividad fue de tal importancia que el nombre común de la ballena que más cazaban lleva su nombre, la ballena franca septentrional (Eubalaena glacialis) o ballena de los vascos. Fue una especie común en las aguas cantábricas y la más perseguida por su carácter tranquilo y su querencia por las aguas costeras. Su intensa persecución la llevó a la extinción en esta parte del océano Atlántico.





Cartel de la exposición "Cazadores de Ballenas"
Hace unos años tuve ocasión de ver en las costas de la Patagonia argentina la otra especie de ballena franca que existe, la meridional (Eubalaena australis). La proximidad que permitían no la he visto en ningún otro cetáceo y aunque ahora sea mayor al no sentirse amenazada, ese carácter confiado y pacífico las hizo tan vulnerables como para ser cazadas desde una barca de remos y el uso de arpones. Al parecer la caza de ballenas en el Cantábrico de este modo está documentada en el siglo XII, aunque en Europa las primeras referencias son del siglo IX. Tal era su importancia, que algunas localidades costeras vascas tuvieron su origen en ser buenos oteaderos para el avistamiento de ballenas.
 


Grabado con cachalote que inspiró el libro Moby Dick
Hasta el siglo XVI parece que la actividad ballenera se mantuvo ceñida a la poblaciones del mar Cantábrico. Sin embargo a partir de las expediciones hacia el noroeste de Canadá comienza una gran movilización de barcos y personas. En las primeras expediciones transatlánticas iban interesados por el bacalao pero luego los bancos de Terranova, Labrador y golfo de San Lorenzo fueron también el escenario de la caza de la ballena. En la época de apogeo de la actividad en el siglo XVI se mataban unos 400 cetáceos al año, de los que obtenía aproximadamente unas 20.000 barricas de aceite. Los balleneros vascos llegaron a monopolizar en ese siglo el suministro de aceite de ballena en Europa.




Última ballena franca capturada el País Vasco 1901.
La caza sistemática del cachalote (Physeter macrocephalus) en aquellas costas llegaría mucho más tarde, pero ya esa iniciativa la tomaron los balleneros de la costa este de los Estados Unidos. Los cachalotes eran muchos más agresivos que la ballena franca y fue esa otra especie la que inspiró a Herman Melville la historia de la novela de Moby Dick en 1851, el cachalote blanco que aterrorizaba a los marineros. Pero afortunadamente las historias de persecuciones de ballenas forman parte ya del pasado y la industria ha desaparecido en la mayor parte de países, salvo algunos reacios como Noruega y Japón. La última ballena franca capturada en el País Vasco fue en 1901, arponeada por pescadores de Orio desde traineras, un interesante punto y final que se puede ver en una fotografía en sepia en la exposición del museo naval.  

martes, 20 de diciembre de 2011

La nutria recupera nuestros ríos 2

Causas de la recuperación

Nutria (Lutra lutra). Foto: Fco. Javier Robres
Acostumbrados como estamos a ver como muchas especies de nuestra fauna están en regresión, la recuperación ahora de la nutria pudiera parecer contradictoria. Así, haciendo un análisis retrospectivo de la influencia de las distintas causas que se indicaron para la regresión de la nutria (persecución directa, contaminación, destrucción del hábitat, …), parece que la más probable y principal de ellas fue la contaminación con compuestos tóxicos bioacumulables. Diversos tipos de pesticidas (DDTs, PCBs) altamente tóxicos, fueron usados masivamente en la agricultura y la industria desde mediados del siglo XX en toda Europa. La nutria, como depredador del río, fue acumulando contaminantes difícilmente metabolizables presentes en sus presas hasta concentraciones que afectan a la capacidad reproductora y de supervivencia de los ejemplares. Estos compuestos empezaron a disminuir por restricciones legales a partir de mediados y finales de los años 80, periodo en que empezó a invertirse la tendencia regresiva de la nutria en España.



Nutria (Lutra lutra). Foto: Santiago Palazón
Una vez corregida la causa principal, que con ayuda de las otras provocó la regresión general de la nutria, la especie ha sido capaz de sobreponerse a los demás factores negativos. Algunos de esos factores siguen actuando, otros no, pero ya la dinámica iniciada es de recuperación como vemos en los resultados de los sondeos. Por su parte, la persecución directa hace décadas que acabó y el mensaje de conservación de la naturaleza ha ido calando en una sociedad cada vez más urbana. Aunque la persecución no debió ser determinante a nivel general para explicar la regresión, desde las juntas de extinción de alimañas que funcionaron hasta los años sesenta, hasta las políticas de conservación de hoy en día, hay un gran cambio de mentalidad. También la contaminación de origen urbano e industrial de los ríos se ha ido reduciendo con relación a décadas pasadas, si bien aun queda bastante camino por recorrer. No obstante, las políticas hidráulicas siguen alterando los cauces, y por ello indicaremos algo más sobre estas amenazas en relación a los cursos fluviales riojanos.

Problemas y amenazas
 

Atropello N-111 Torrecilla en Cros. Beatriz León
Hoy en día el dragado de cauces, la creación de escolleras, las infraestructuras hidráulicas y la detracción de caudales siguen alterando los ríos y riberas de La Rioja. Todo ello incide en la fragmentación del hábitat, uno de los factores más negativos para la presencia continua del mustélido en los ríos.  La retirada de gravas ha sido práctica habitual en los tramos bajos de los afluentes del Ebro tras las crecidas. También en los últimos años se han acometido en muchas poblaciones las mal llamadas “obras de recuperación de riberas”, creando escolleras para defender paseos urbanos junto al río. Ambos tipos de actuaciones dejan amplios tramos de río sin vegetación natural ni refugio para la fauna. Las obras hidráulicas (embalses y minicentrales) por su parte, siguen fragmentando la continuidad de los territorios y obligan a las nutrias a desplazamientos fuera del río, haciéndolas más vulnerables a los atropellos. Por último, la detracción de caudales es un problema que afecta a los tramos bajos de los afluentes riojanos del río Ebro. A unos caudales ya mermados por las captaciones de minicentrales y canales de riego, se suman las extracciones directas del cauce para la agricultura que en verano llegan a secar tramos enteros.

Perspectivas futuras


Nutria (Lutra lutra). Foto: Fco. Javier Robres
La amplia distribución de la nutria a lo largo de todos los cursos de agua de La Rioja, supone una importante garantía para la especie a medio plazo. En su recolonización, los problemas de calidad del agua no parecen haber sido tan determinantes como podía esperarse y no la han disuadido de ocupar tramos con baja calidad. En este sentido, la presencia de cangrejo americano y la disponibilidad de refugios parecen haber favorecido a la nutria en muchos lugares. Las mejoras de calidad del agua, esperables tras las inversiones en depuración y saneamiento en los municipios riojanos, deberían promover una situación más favorable para la especie. Sin embargo, la fragmentación del hábitat parece que va en aumento y es necesario evitar la pérdida de zonas de refugio a consecuencia de actuaciones en los cauces y orillas. Por último, parece necesario un seguimiento de la mortalidad no natural de la especie, localizando en especial los puntos negros en la red viaria y ubicando en ellos pasos de fauna con un seguimiento posterior que garantice su funcionalidad.

Para saber más:
La nutria en España. Veinte años de seguimiento de un mamífero amenazado. J.M. López Martín, y J. Jiménez  Pérez (eds.). SECEM. Málaga. 2008.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La nutria recupera nuestros ríos 1

El texto de las dos entradas con este título pertenece a un artículo que publiqué en enero de 2010 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 33. Hablando con la gente de la situación de los ríos en general y del Ebro en particular, habitualmente muchos imaginaban a la nutria como ese animal muy escaso que vive en las cabeceras de los ríos de montaña. Eso ya no es así y creía entonces que su nueva situación aún no era muy conocida. Así que, aprovechando que se acababa de publicar el último sondeo nacional de la nutria, preparé este artículo para la revista. El texto y las fotos están tal cual aparecieron en la publicación.


Huellas de nutria. Foto: César Aguilar
Son pocas las veces que tenemos ocasión de ver a un animal como la nutria en su medio natural y ello nos lleva a pensar que debe de tratarse de un animal muy escaso y amenazado. En realidad ha sido así hasta hace poco tiempo, pero los resultados comparados que acaban de publicarse de tres sondeos nacionales realizados durante veinte años, nos muestran un panorama bien distinto. La nutria está recolonizando gran parte de los ríos que habitó en otros momentos, una tendencia observable tanto a nivel nacional como en los cursos fluviales de La Rioja. En nuestra Comunidad ha pasado de ocupar sólo los tramos favorables de unos pocos ríos, a estar de manera casi continua en todos ellos. Así, hoy encontramos a la nutria a lo largo de todo el río Ebro y de los siete afluentes riojanos que recorren nuestro territorio.
 






El estudio de un mamífero discreto

Excrementos de nutria. Foto: César Aguilar
La nutria es una especie de hábitos nocturnos y crepusculares que habita ríos y riberas. Su actividad, al igual que la de la mayoría de los mamíferos, queda fuera del alcance de nuestra vista y por ello parte de su estudio ha de hacerse por métodos indirectos. Es el caso de los estudios de distribución y dieta que podemos llevar a cabo con algo mucho más fácil de encontrar como son las huellas y los excrementos. En el estudio de algunos mamíferos, identificar correctamente este tipo de rastros de forma visual requiere cierta experiencia y aún así no siempre es fiable. Las limitaciones para identificar especies en base a sus excrementos las estamos conociendo ahora que contamos con métodos más objetivos de estudio como los basados en el ADN. A partir de los restos biológicos del animal contenidos en los excrementos, se puede extraer el ADN y conocer la identidad del animal. Sin embargo, éstos son métodos caros y costosos que no están al alcance de cualquiera. Por suerte, en el caso de la nutria la identificación visual de excrementos es posible con poco margen de error y por ello se ha convertido en una herramienta fundamental para conocer su distribución a gran escala. 

Primer sondeo nacional, la nutria bajo mínimos 
 
Mapas "La Nutria en España"SECEM 2008
Contando con un sistema sencillo para conocer la presencia de la nutria como el indicado, en los años 80 se emprendió un sondeo nacional para conocer su situación. Aquel primer sondeo fue promovido por el entonces ICONA, mientras que los dos siguientes ha sido la SECEM (Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos) la encargada de continuar la tarea con un gran esfuerzo colectivo. A modo de ejemplo, decir que en el último sondeo nacional participaron un total de 258 personas, la gran mayoría de ellas de manera completamente desinteresada. El primer sondeo de los años ochenta (1984-85) permitió constatar la regresión de la nutria en la Península Ibérica. La especie había desaparecido de muchos territorios, en especial en la parte oriental, y en otros sus poblaciones estaban bajo mínimos. Hay que recordar que en el contexto europeo ese declive había llevado incluso a la extinción de la especie en algunos países como Suiza o los Países Bajos. En aquel sondeo las nutrias en La Rioja se hallaron sólo en algunos tramos medios y altos de unos pocos ríos y en un sólo punto del río Ebro, proporcionando la imagen que aún guardamos de la especie como propia de ríos de montaña.

Segundo y tercer sondeo, se confirma la recuperación


Nutria (Lutra lutra). Foto: Madis Põdra
El segundo sondeo, desarrollado diez años más tarde (1994-96), mostraba cambios en la distribución nacional que sugerían una mejora de sus poblaciones. En La Rioja, aunque se dejaba ver una cierta recuperación, quedaban aún amplias ausencias como las de los ríos Oja y Cidacos atribuidas, en parte, a la falta de caudal por la sequía. Durante el tercer y último sondeo (2004-06), se ha confirmado la recuperación de la nutria a nivel nacional, proceso que también ha tenido su reflejo en nuestro territorio. Aquí los ríos Oja y Cidacos han vuelto a contar con la presencia de nutrias en todo su recorrido y la recuperación ha llegado a tal punto que se han hallado nutrias hasta en el Alhama-Linares, una zona donde no se había recogido ninguna cita ni en los dos sondeos anteriores, ni en ninguna otra publicación. Con la ocupación de esa cuenca oriental, la más precaria en calidad y cantidad de agua, la nutria completa su presencia a lo largo de todos los ríos riojanos y confirma la recuperación de sus poblaciones en La Rioja.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Delta del Ebro 3 (2011) Limícolas y Punta del Fangar

Limícolas en la playa. Foto: Javier Robres
Aunque la época no era buena para los limícolas, en algunas de las playas de la punta de la Banya hacían escala grupos de correlimos zarapitines (Calidris ferruginea), tridáctilos (Calidris alba) y algún vuelvepiedras (Arenaria interpres). Algunos aún guardaban los coloridos plumajes de la época estival, mientras otros ya estaban mudando a los de invierno. Varios ejemplares de correlimos tridáctilos ya estaban blanquitos como solemos verlos en invierno. Es sorprendente los viajes de estos migradores de larga distancia que, como los tridáctilos, están de vuelta a finales de julio hacia el sur tras haber criado en islas y zonas altas del ártico como Groenlandia o Siberia. En las salinas también eran comunes los archibebes comunes (Tringa totanus) y más escasos los archibebes claros (Tringa nebularia) y oscuro (Tringa erythropus), así como las avocetas (Recurvirostra avosetta) y los andarríos grande (Tringa ochropus), chico (Actitis hypoleucos) y bastardo (Tringa glareola) entre otros. En general poco numerosos pero muchas especies de limícolas.



Pancratium maritimum Foto: César Aguilar
La otra gran barra de arena que se forma en la zona es la Punta del Fangar, en el hemidelta norte. Javier recordaba que se podía acceder por una pista pero ésta hacía tiempo que estaba cortada y las dunas litorales habían acabado por cubrirla. El cordón dunar de estas playas no es muy amplio y enseguida aparecen zonas bajas y suelos salitrosos hacia el interior, pero sí es continuo a lo largo de la costa. Sobre las dunas aparecen varias especies cosmopolitas y típicas de estos ambientes como la gramínea barrón (Ammophila arenaria) y la lechetrezna marina (Euphorbia paralias). Otra de las plantas que estaba ahora en floración era la oruga marítima (Cakile maritima), una crucífera de tallos hinchados con pequeñas flores de cuatro pétalos y color rosa pálido.



Bufalaga (Thymeleae hirsuta)  Foto: César Aguilar
También en floración encontramos las azucenas marinas (Pancratium maritimum) que hacía tiempo que no veía en todo su esplendor y que son espectaculares. A medida que te alejas de las dunas hace aparición la vegetación de saladares como tamarices arbustivos (Tamarix sp.), la verdolaga marina (Atriplex portulacoides) y la bufalaga (Thymeleae hirsuta). Entre varias quenopodiáceas salinas como la Suaeda sp.  y Salicornia sp., pude reconocer tres especies de juncos característicos de este tipo de suelos, aunque sus inflorescencias estaban ya agostadas. Fueron el junco redondo (Juncus acutus), el junco marítimo (Juncus maritimus) y Juncus conglomeratus. La punta del Fangar es también un lugar de cría de gaviotas y charranes, así que con la pista de acceso cerrada y comida por la arena están mucho más tranquilas las colonias. 


Bivalvos con concha horadada. Foto: César Aguilar
Accedimos por la playa hasta la mitad de la península de arena. De camino los charranes patinegros hacían sus picados sobre el agua y pasaban volando con sus presas hacia las colonias. Mirando hacia el faro de la punta es fácil ver espejismos producidos por el calor sobre la arena. Uno no se puede uno fiar de que bajo el faro que ve, haya lo que parece una lámina de agua somera ... es un espejismo. Otra de las sorpresas del recorrido estaba en la propia playa llena de pequeñas conchas de bivalvos. Fijándonos un poco descubrimos que muchas de ellas tenían un agujero perfecto. Calculamos que entre un 15 y 20 % de las que veíamos lo tenían y siempre era de igual tamaño. Está claro que hay un depredador que se alimenta de estos bivalvos y que es capaz de horadar sus conchas.Aún no hemos dado qué especie puede ser pero he leído que algunos moluscos son capaces de hacer esto. Al parecer algunos tienen secreciones capaces de disolver la concha y con la rádula pueden llegar a perforarla. Si alguien conoce la especie que hace eso en el Mediterráneo le agradezco que lo ponga en los comentarios de abajo del blog. Uno no deja de asombrarse con la ecología de especies así


Pollo de abejaruco "playero". Foto: Javier Robres
Cuando ya dábamos por finalizado el paseo por la playa del Fangar, aún había otra sorpresa esperándonos. En todo el Delta no habíamos visto hasta ese momento abejarucos (Merops apiaster), aunque sí aviones zapadores (Riparia riparia) y nos preguntábamos donde criarían en la zona. Siguiendo a un abejaruco en vuelo encontramos la respuesta. Después de marcharse los bañistas, el adulto que venía con una libélula en el pico hizo una ceba en un talud de la playa entrando en un agujero completamente accesible. No habría ni un metro de arena de talud, en el borde de una duna de la misma playa, pero no debía haber mejor sitio en todo el Delta. El pollo grandón esperaba en la boca del agujero la próxima ceba, mientras los últimos bañistas dejaban la playa con la caída de la tarde. La falta de lugares para nidificar en el Delta es notable. Si uno mira el atlas de aves nidificantes de España ve varias cuadrículas vacías que reflejan esa situación. Lo que vimos era en realidad también una "rareza", no como la de los limícolas divagantes, sino otra de las que pasan desapercibidas a muchos birdwatchers

sábado, 3 de diciembre de 2011

Delta del Ebro 2 (2011) Gaviotas, flamencos y alguna rareza

Gaviota de Audouin (Larus auodouinii). J. Robres
A parte de arroz y lagunas, en las costas del Delta del Ebro se pueden encontrar extensas barras de arena sin urbanizar, algo escaso en el Mediterráneo. Las playas son frecuentadas por bañistas, pero solo en unos pocos lugares. Aún así, muchos sitios están lejos de ser lugares idílicos por la cantidad de basura que acumulan. Buena parte de ella es de la que arrastrar el mar y llega a él a través de las crecidas del Ebro. Es igual en muchos sotos del río Ebro, donde en invierno, cuando la vegetación no la cubre hay de todo, en especial todo aquello que flote y pueda arrastrar el agua. Pero a pesar de esto, los arenales son especialmente interesantes para las aves. Hay uno que es especialmente curioso, se llama la barra del Trabucador y es un arenal de varios kilómetros con unas decenas de metros de ancho que lleva hasta una península arenosa con unas salinas, la punta de la Banya. La barra y la península forman una bahía muy característica que llaman la atención en cualquier mapa de España cuando te acercas a la zona del Delta del Ebro.



 Flamenco (Phoenicopterus roseus). Javier Robres
La barra del Trabucador es accesible en coche, pero solo hasta el comienzo de la península. Por el camino vimos muchos chorlitejos patinegros (Charadriusalexandrinus ) de los que crían por estos arenales. Estos sitios son buenos para ver todo tipo de gaviotas, como picofinas (Larus genei),  patiamarillas (Larus michahelis), reidoras (Larus ridibundus) y cabecinegras (Larus melanocephalus). Pero hay unas que son especialmente interesantes, las gaviotas de Audouin (Larus auodouinii) que crían en estos saladares y que pudimos ver por doquier. Se trata de una especie endémica del mediterráneo que a mediados de los setenta estaba considerada como una de las aves más amenazadas del mundo. Sin embargo la colonia del Delta experimentó un incremento espectacular, y en las últimas décadas llegó a 12.000-15.000 parejas reproductoras. Esto supone el 60% de la población mundial y por ello se trata de la principal colonia de la especie. 


Colonia de charranes (Sterna sandvicensis). J. Robres
Muchos ejemplares que vimos estaban marcados con anillas de PVC, algo que es relativamente normal pues la especie viene siendo objeto de programas de marcaje y seguimiento desde hace mucho tiempo. Pero la punta de la Banya también es el lugar donde se sitúa la colonia de cría de flamencos (Phoenicopterus roseus) del Delta. La mañana que estuvimos por allí habían ido a anillarlos, al igual que hacen desde hace años en la colonia de Fuente de Piedra (Málaga), acorralando a los jóvenes que forman guarderías y que aún no pueden salir volando. La colonia no es accesible para los observadores ni en coche, ni a pie, pero los adultos se desplazan a diario por filtrar el agua de las muchas charcas y salinas de los alrededores. Los vimos alimentarse, cabeza abajo, con esos picos tan “marcianos”, mientras hacían con las patas un movimiento como de estar en una bicicleta estática para remover el agua y optimizar el filtrado.


Calidris fuscicollis Foto: Javier Robres
En la punta de la Banya tambien habían criado los charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y ahora se podían ver grupos de adultos cebando continuamente a pollos de buen tamaño. Había un trasiego importante de adultos con su pececillo plateado en el pico, recién cogido en el mar, buscando cual de todos los pollos andarines que pedían comida era el suyo. Tanto habíamos estado mirando el trasiego de la colonia, que nos había pasado desapercibido un pequeño correlimos en una de las orillas. Nos avisaron otros pajareros de la rareza que había en la colonia de charranes, así que con la información concreta, la segunda vez ya vimos al limícola solitario. Se trataba de un correlimos de Bonaparte (Calidris fuscicollis) una pequeña ave con una destacada ceja blanca, que es un divagante de América del Norte. Causa vértigo imaginar como un ejemplar de ese tamaño haya podido sobrevivir a cruzar el Atlántico y seguir con las fuerzas suficientes para andar aún por ahí.

martes, 29 de noviembre de 2011

Delta del Ebro 1 (2011) Arrozales y lagunas

Paisaje de arrozales en julio. Foto: César Aguilar
No se muy bien por qué, pero a pesar de tener el Delta del Ebro tan cerca desde Logroño, aún no lo había visitado ninguna vez. Así que cuando este verano Javier Robres me dijo que se iba para allí, le cogí la “oferta” al vuelo y nos fuimos un par de días a la zona. La última semana de julio no era la más apropiada para el sitio, aún apenas había comenzado el paso de limícolas, pero de todos modos fue una visita agradecida con unos días algo nublados que nos evitaron los calores estivales. Recorrer los arrozales de ambos lados del Ebro es un disfrute para la vista. A cada poco vas viendo todo tipo de ardeidas y en esas fechas había un gran número de ejemplares por la presencia de los juveniles recién volados. Las que más me llamaron la atención fueron las garcillas cangrejeras (Ardeola ralloides), las vimos en abundancia y como los arrozales se ven desde el coche haciendo paradas en las carreteras, se dan buenas condiciones para sacarlas fotos desde la ventanilla sin que se vayan. En ese mes las tablas de arroz estaban inundadas, con las plantas bien crecidas y algunas ya espigadas pero verdes.



Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides). César Aguilar
Entre las tablas veíamos caminar muchas pollas de agua (Gallinula chloropus) y eran abundantes además otras aves como las garzas imperiales (Ardea purpurea), las garcetas comunes (Egretta garceta), las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) o las cigüeñuelas (Himantopus himantopus). Más escasas de lo que esperábamos fueron las garzas reales (Ardea cinerea) y los martinetes (Nyctirocax nycticorax). Luego hay otras especies que, para los que tenemos pocos humedales cerca, siempre son muy agradecidas como los moritos (Plegadis falicinellus), las garcetas grandes (Casmerodius albus) y los avetorillos (Ixobrychus minutus). Ademas de arrozales, el delta tiene varias lagunas con grandes masas de agua. Son zonas como las de la Encanisada, la Tancada, la Alfacada, la Isla de Buda o el Garxal.


Fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus). J. Robres
En general la observación de aves en esos humedales es más lejana y al haber otras zonas más agradecidas, les dedicamos menos tiempo. No era época para muchas anátidas, pero aún así por esos lugares vimos patos colorados (Netta rufina), azulones (Anas platyrrhynchos), porrones comunes (Aythya ferina), tarros blancos (Tadorna tadorna), fochas (Fulica atra), somormujos (Podiceps cristatus) y zampullines chicos (Tachibaptus ruficollis). Dos aves abundantes en los arrozales y lagunas eran los fumareles cariblancos (Chlidonias hybridus) y los charranes comunes (Sterna hirundo), aunque también vimos algunos charrancitos (Sterna albifrons) pero más escasos. Los charranes comunes tuvimos ocasión de verlos criando en la pequeña laguna que han acondicionado en la finca de Riet Vell, donde la SEO (Sociedad Española de Ornitología) lleva acabo un proyecto demostrativo de cultivo de arroz ecológico.


"Amores" de charrán y calamón.  Foto Javier Robres
Desde el observatorio de Riet Vell asistimos a una escena digna de un documental. Los charranes, apostados en las plataformas flotantes que les han instalado para criar, presentaban una tremenda territorialidad. Saliendo de un carrizal cercano, un calamón (Porphyrio porphyrio) que estábamos viendo, trató de pasar nadando junto a una de las plataformas de cría y se vio “cosido” a picotazos por el charrán. Primer intento y el calamón tuvo que retroceder al carrizal. En su segundo intento el calamón fue nuevamente acribillado a vuelos picados del charrán que no permitía que nadie se acercara a la plataforma donde alimentaba a un pollo grandón. A la tercera fue la vencida, pero para ello el calamón cambió de estrategia. Con sus patazas se fue encaramando poco a poco por las cañas de carrizo hasta donde pudo y desde ahí salió volando pasando por encima del nido. El charrán ya nada hizo y lo dejó pasar por "cansino".

sábado, 26 de noviembre de 2011

Chris Stewart, un viajero asentado (Libros)

Tres maneras de volcar un barco


Chris Stewart
Ediciones Salamandra. Barcelona. 2010
ISBN 978-84-9838-298-3
(Biblioteca Pública de La Rioja 820-3 STE tre)

Un día oí a Chris Stewart hablar en la radio de este, su último libro, y me despertó la curiosidad sobre sus relatos viajeros. Para quien no lo conozca, es un tipo bastante curioso que ya se había hecho célebre como escritor con su primer libro “Entre limones”. Británico, de vida errante durante algunos años, batería en el primer disco de Génesis, esquilador de ovejas en Suecia o redactor de guías de viaje, son algunas de las “perlas excéntricas” que completan una curiosa biografía personal. El caso es que tiene una manera de escribir campechana y riéndose de sí mismo que ha conectado con mucha gente, en especial con el público británico donde tiene mucha acogida. No hay más que ver el título del libro “Tres maneras de volcar un barco” en el que cuenta varias historias relacionadas con los barcos y su poca habilidad para la náutica.


Los barcos se le resisten pero fantasea con la vida nómada que le daría su conocimiento, pero él es un optimista y pese a los fracasos lo intenta. En un momento le surge la oportunidad de llevar un velero para sus propietarios ingleses, ya muy mayores, que necesitan un patrón para sus salidas de verano por las costas de Grecia. Ni corto ni perezoso, y sin saber manejar un barco en condiciones, les dice que sí. Ahí empieza su carrera personal para ponerse al día de náutica y ser capaz de controlar un velero que no es suyo sin que de esto tengan conocimiento sus propietarios. Acabado ese accidentado verano, vuelve al mar en una travesía en velero que le llevará hasta los fiordos noruegos para de ahí cruzar el Atlántico por Islandia hasta Groenlandia. Bueno esa vez ya es con unos amigos experimentados, lo que es un alivio tras la tensión de leer lo del verano griego. En definitiva un vividor, en el mejor sentido de la palabra, con una fina ironía de sí mismo y una gran habilidad para convertir en libros sus anécdotas personales.

Entre limones. Historia de un optimista


Chris Stewart
Editorial Almuzara.
ISBN 84-88586-92-2
(Biblioteca Pública de La Rioja 820-3 STE ent)

A raíz del libro anterior busqué este primero libro del autor “Entre limones”. En él cuenta su asentamiento en un cortijo de Las Alpujarras de Granada donde creo que aún reside con su familia desde hace más de dos décadas. Para los británicos España es diferente y un pueblo en las montañas de Granada es el exotismo puro, y no digo que no, más en una comarca dura con un mundo rural en declive donde parece que no le fue difícil adquirir un viejo cortijo a un precio asequible. Chris ansiaba asentarse en algún lugar y dejar de ser de los que miran los paisajes y paisanajes en sus viajes, a formar parte de un territorio y ser uno de esos paisanos que él veía unidos al paisaje. 

La mirada de un extranjero sobre el modo de vida y la forma de ser de la gente de allí es bien curiosa. Más viniendo de una persona ingenua y entusiasta como él, que siempre choca entre la gente de campo curtida y resabiada. En el libro recoge sus peripecias y anécdotas de sus primeras incursiones buscando el sitio adecuado, su convivencia durante un tiempo con el anterior inquilino del cortijo que compra y su asentamiento definitivo con su mujer. Un relato que se sigue con el mismo entusiasmo que despierta alguien tan positivo y dinámico como Chris.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Cabo de Gata 6 (2011) Vida bajo el agua en el infralitoral

Anémona (Anemonia sulcata). Foto: César Aguilar
Pero lo más interesante del Cabo de Gata se encuentra debajo del agua así que es cuestión de ponerse unas gafas de snorkel y enredar por ahí. Sobre rocas y en zonas iluminadas son localmente abundantes las anémonas comunes, Anemonia sulcata, que adquieren una coloración violácea por la presencia de unas algas simbiontes llamadas zooxantelas. Otros cnidarios curiosos son los tomates marinos, Actinia equina, pero que como es nocturno se suele ver con los  tentáculos recogidos con el tamaño y forma al que alude su nombre común. Algo que hace singulares a estos fondos son las buenas extensiones de Posidonia oceanica. Algunas de estas praderas submarinas están muy superficiales lo que permite recorrerlas sin necesidad de recurrir a un equipo de buceo. La posidonia es una fanerógama marina, no un alga como pudiera parecer, y sus praderas son de gran interés ecológico. Se trata además de un endemismo propio del Mediterráneo, una especie relicta del antiguo mar de Tetis. Uno de los sitios donde la estuve viendo fue en un costado de la playa de los Genoveses. Allí también aparecía Cymodocea nodosa, otra fanerógama con hojas más finas que coloniza fondos arenosos que luego ocupa Posidonia.



Tomate marino (Actinia equina). Foto: C. Aguilar
Clavada entre los rizomas de estas praderas estaba Pinna nobilis, el bivalvo que llaman nácar y que es el de mayor tamaño que se puede hallar en el Mediterráneo. Su talla puede llegar hasta casi un metro, aunque el que yo vi era bastante menor. Estas praderas tienen también sus ramoneadores, los grandes grupos de salpas o salemas (Sarpa salpa), una de las pocas especies herbívoras de este mar. En realidad no son tales, aunque lo aparentan, ya que comen las hojas pero solo para aprovechar las algas e invertebrados que viven sobre ellas, ya que por lo demás son duras e indigeribles. Estos peces pertenecen a la familia de los espáridos, el grupo del que se ven más especies en las zonas infralitorales a las que se accede con esnorkel.



Algunas especies de peces identificados
Los espáridos son los típicos sargos plateados que habitualmente se ven nadando en grupo. Algunos de los que pude identificar fueron Diplodus sargus (sargo común), Diplodus puntazzo (sargo picudo), Oblada melanura (oblada) y Lithognathus mormyrus (Herrera). Los sargos son a veces complicados de diferenciar ya que hay especies muy similares y además los patrones de manchas y rayas en ocasiones varían según las edades. Otra familia muy llamativa de estas zonas son los lábridos de intensos colores. Son peces muy territoriales que tienen una forma de nadar rápida e inquieta. Los peces verdes, Thalassoma pavo, y las julias, Coris julis, son muy comunes y por la variedad de patrones de color que presentan, da la impresión de estar viendo más especies de las que hay. Machos y hembras tienen diferente coloración pero además ocurre que son hermafroditas, primero hembras y luego machos. Ello hace que la coloración de los ejemplares sea muy variable pues pueden aparecer coloraciones intermedias en el transcurso del cambio de sexo.





Blenio en un charco intermareal. Foto: C. Aguilar
Los tripterígidos o momas, como Tripterygion tripteronotus, también presentan vivos colores y suelen verse solitarios ya que son muy territoriales. Los machos son de color rojo con la cabeza negra contrastada y les gustan en especial las zonas de roca. Un buen sitio donde pude ver momas fue la playa de Los Muertos que tiene unos fondos rocosos muy propios para estos peces. Sustratos así también son buenos para otros peces curiosos como los blenios, los parientes marinos de nuestro pez fraile dulceacuícola, Salaria fluviatilis. Viven pegados a las rocas apoyándose en las aletas ventrales ya que tienen atrofiada la vejiga natatoria. Con sus ojos saltones curiosean, se acercan, retroceden y vuelven a acercarse a los buceadores, todo menos permanecer indiferentes. Hay varias especies y diferentes coloraciones de machos, hembras y adultos que nunca consigo diferenciar bien.


Preparado para el infralitoral. Foto: Iratxe González
Pero además de peces, un día en la cala de Los Toros pude ver una de las temidas irrupciones de medusas. Era Pelagia noctiluca una especie muy extendida por mares tropicales y templados de todo el mundo. En ocasiones sus ejemplares son arrastradas por las corrientes y el viento, y aparecen en gran número en las costas. Dicen que son bioluminiscentes pero para eso habría que bucear de noche, lo que si que pude comprobar es que eran bastante urticantes. Bueno en realidad no tengo muy claro si fue una de estas medusas o el roce con los tentáculos de las anémonas, ya que ambas eran abundantes ese día en la playa. El roce con cualquiera te deja la piel como si hubieras sufrido una quemadura, formándose ampollas que tardan en curar. Al menos en mi caso, no fueron nada dolorosas de hecho no me di cuenta de que me habían cauterizado la piel hasta varias horas después de salir del agua, de ahí que no tuviera claro cual de las dos especies fue la causante.

martes, 15 de noviembre de 2011

Cabo de Gata 5 (2011) Algas de la rompiente y zona infralitoral

Rompiente repleta de algas. Foto: C. Aguilar
Los charcos intermareales y los bordes de los arrecifes de vermétidos son una buena ocasión para ver y fotografiar varias especies de flora y fauna marina. Algunas de ellas es posible verlas también buceando o haciendo snorkel, pero dentro del agua ya no tienes la ayuda de una guía a mano ni tampoco, yo al menos, puedes fotografiarlas para identificarlas más tarde. Es el caso de varias especies de algas que se distribuyen por la zona infralitoral, esa que siempre está inundada, bien iluminada y donde se sitúan las algas fotófilas. Entre ellas está el alga parda Cystoseira sp., normalmente C. mediterranea que alcanza densos recubrimientos en las zonas batidas. Las comunidades de Cystoseira crecen erguidas y son comparadas a menudo con bosques en miniatura ya que en ellas se suelen diferenciar varios estratos.



Cystoseira sp. Foto: César Aguilar
En la parte baja de este bosquete marino habría varias especies de algas incrustantes y otras de aspecto cespitoso, luego estarían algas de porte bajo que serían el equivalente al estrato arbustivo y por último estarían las arbóreas que en esta comunidad sería Cystoseira. Entre las del estrato arbustivo que pude reconocer estaban las del género Corallina, unas algas calcáreas de color rosado formadas como por pequeños segmentos articulados. En realidad estas comunidades pueden albergar en sus diferentes estratos hasta 70 especies de algas, aunque una cosa es lo que hay y otra lo que uno llega a reconocer sin mucha experiencia. Otra especie que he podido ver en la zona y que también da lugar a bosquetes sumergidos de este tipo son los sargazos, Sargassum sp.


Sargazo (Sargassum sp). Foto: César Aguilar
El nombre de sargazo viene del “famoso” mar de los Sargazos, una región del Atlántico Occidental donde el mismo Colón se sorprendió, y lo registró en su diario, cuando halló grandes acúmulos de algas flotantes de este género lejos de las costas. Al parecer la zona coincide con aguas poco batidas por el viento entre dos grandes corrientes la del Golfo y del Atlántico norte y la norecuatorial que discurre en sentido contrario.  El mar de los Sargazos es además conocido porque allí se localiza la única zona del mundo donde se reproducen las misteriosas anguilas (Anguilla anguilla), esos peces que llegan del mar hasta nuestros ríos europeos. Lo del misterio viene porque en realidad nadie ha podido comprobar su reproducción en la naturaleza. Dicen que nunca se ha capturado allí una anguila adulta y menos con huevos, sin embargo es el punto de todo el océano Atlántico donde aparecen las larvas más pequeñas de la especie, así que se imagina que en esa zona a gran profundidad debe darse la reproducción. 


Padina pavonica Foto: César Aguilar
Pero volviendo a las algas de estas zonas infralitorales, sobre los sustratos duros también pude reconocer otras de amplio espectro ecológico como las “lechugas de mar”, Ulva sp., muy comunes en puertos y ensenadas; la Padina pavonica un alga parda fácil de identificar por su forma en abanicos blanquecinos producidos por incrustaciones calcáreas; y la Acetabularia acetabulum, un alga con forma de sombrilla que es endémica del Mediterráneo que es una especie tropical relicta del antiguo Mar de Tetis, aquel del que se formó el Mediterráneo. Esta última alga, a pesar de tener un tamaño de varios centímetros sorprende saber que está formada por tan solo una célula.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cabo de Gata 4 (2011) Arrecifes de vermétidos

Arrecifes de vermétidos en El Playazo. C. Aguilar
Una de las actividades que encuentro más entretenidas de las playas es pulular por esos charcos de la zona intermareal viendo lo que vive allí . Para eso se necesitan zonas rocosas y en las costas del cabo de Gata no faltan en la mayoría de las playas, ya que  muchas se sitúan en calas de pequeño o mediano tamaño. Es algo que suelen hacer a los críos, cubito en mano, persiguiendo esquivos cangrejos o fascinándose por la presencia de alguna quisquilla o algún pequeño pez en las cubetas. Pero la zona intermareal del mar Mediterráneo es muy reducida ya que no hay más de medio metro entre la pleamar y la bajamar. Esto está relacionado con su condición de mar cerrado, que solo conecta con el resto de masas de agua oceánicas por el Estrecho de Gibraltar. Ese “cuello de botella” impide la transmisión de las mareas a sus costas con la envergadura que lo hace en litorales abiertos como el Cantábrico.



Dendropoma petraeum y Spongites notarisii  
En el Cabo de Gata las pequeñas oscilaciones del nivel del mar no tienen una periodicidad fija y responden más bien a cambios en la dirección de los vientos y de la presión atmosférica. Sin embargo algo que contribuye a extender esta zona intermareal es la formación de arrecifes de vermétidos. La presencia de arrecifes la asociamos a corales tropicales que con sus esqueletos calizos van dando lugar a plataformas de roca en crecimiento que son la base para ricas comunidades marinas. Pero existen estos otros arrecifes que se presentan en algunas islas oceánicas tropicales y en las zonas más cálidas del Mediterráneo. En las costas españolas aparecen restringidos entre el litoral alicantino y este del Cabo de Gata.



Poliplacóforo o quitón. Foto: César Aguilar
Una especie de vermétidos coloniales son los precursores de estos arrecifes y son de los pocos gasterópodos que son sésiles, es decir que viven fijos al sustrato. Otros gasterópodos marinos como las lapas o los caracolas tienen siempre movilidad. La especie de vermétido presente en estas formaciones es Dendropoma petraeum y desarrolla una concha negra irregular, sin el enrollamiento espiral típico, más bien como un tirabuzón. Entre las conchas, ocupando los huecos, crece un alga calcárea blanca incrustante, Spongites notarisii, que es la que da solidez a la estructura. De este modo se forman los arrecifes presentes en las costas del Cabo de Gata. Algunos sitios donde pude verlos fueron El Playazo de Rodalquilar, la Playa de los Muertos o en algunas de las calas de la zona de Las Sirenas.



Bellotas de mar (Chthamalus stellatus). C. Aguilar
La zona rocosa intermareal y la supralitorial, la expuesta al oleaje pero no sumergida, es el lugar para otros gasterópodos como los bígaros (Littorina sp.) y las lapas (Patella sp.). También aquí se pueden encontrar unos curiosos moluscos, los poliplacóforos o quitones que parecen una especie de “lapas” con un recubrimiento formado de 8 placas gruesas que cuando se desprenden del sustrato se enroscan formando una bola. Otros animales de esta zona que pueden despistar en cuanto a su condición, son las bellotas de mar (Chthamalus stellatus) que por sus placas calcáreas y forma compacta pudieran recordar a un molusco. Sin embargo se trata de unos crustáceos, parientes por tanto de cangrejos y langostas, aunque más cercanos en forma de vida a otros cirrípedos como ellos, los percebes. Recubren zonas de roca bañadas por el oleaje y se abren cuando sube la marea, así que normalmente se suelen ver cerrados. Cuando están abiertos se pueden ver sus patas modificadas, que con aspecto de plumas les sirven como filtro para capturar el alimento en el agua.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cabo de Gata 3 (2011) Barrancos y costas áridas 3

Acantilados del Playazo a Las Negras. Foto: C. Aguilar
La costa del Cabo de Gata tiene un cromatismo especial, allí se juntan tramos de origen volcánico de color negro con otros de dunas fosilizadas en amarillos intensos. Un tramo muy interesante se extiende entre el Playazo de Rodalquilar y la localidad de Las Negras. Ahí hubo una pequeña cuenca sedimentaria que se formó tras la actividad volcánica que dio origen a la zona. El sendero de La Molata recorre ese tramo, y por ello se pueden encontrar restos de fauna marina fosilizada, como los de unas conchas de erizos asimétricos que no había visto hasta ahora en fósiles. También las vistas de los acantilados son impresionantes, sobretodo con luz de mañana acompañadas de las idas y venidas de los vencejos reales (Apus melba) que crían en las grietas de los cortados marinos.



Collalba negra (Oenanthe leucura) Foto: C. Aguilar
En los paseos de veraneo por estos barrancos y playas del Cabo de Gata, sobre todo del entorno de Rodalquilar, no he ido buscando ninguna especie concreta de vertebrado, ya que esas fueron vacaciones de descanso tras el viaje de Perú. Aún así, prismáticos en mano, he podido disfrutar de muchos de esas aves del matorral mediterráneo que se dejan ver en cualquier paseo en un sitio así. Ahí han estado los mochuelos (Athene noctua), abejarucos (Merops apiaster), golondrinas dáuricas (Hirundo daurica), cogujadas montesinas (Galerida theklae), jilgueros (Carduelis carduelis), verdecillos (Serinus serinus), alcaudones reales (Lanius meridionalis) o collalbas rubias (Oenanthe hispanica), nada del otro mundo pero no por ello se deja de disfrutar. Una especie que hacía tiempo que no veía tan abundante y tan a gusto, ha sido la collalba negra (Oenanthe leucura) que se ve por doquier y que llega a criar hasta el mismo cantil de la playa. 


Lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus)
Allí di con un nido ubicado en una “burbuja” de una roca volcánica que albergaba varios pollos ya grandotes. Aunque busqué la acumulación de piedras que hacen las collalbas negras en los nidos, no dí con ellas  por la ubicación del nido. Este es un comportamiento de cortejo bastante curioso solo citado en esta especie, según el cual el macho acarrea y deposita pequeñas piedras junto al nido sin una utilidad aparente. Parece que con ello trata de demostrar su buena condición física, y por tanto su valía como reproductor, a la hembra con la que están “en trámites” de emparejarse. “Camino de la playa” también pude ver un par de especies de lagartijas termófilas, al parecer bastante comunes aquí, como son la lagartija colilarga (Psammodromus algirus) y la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus). Las puede ver tanto en los cordones dunares con barrón y pitas como en las laderas más interiores con más vegetación arbustiva.



Sapo corredor (Bufo calamita). Foto: C. Aguilar
Ya para acabar estas citas de vertebrados “casuales”, en uno de los paseos por una rambla dí con un tremendo sapo corredor (Bufo calamita). Agua en estos barrancos que recorrí hay entre poca y nada, y en algún charco aislado que revisé no encontré puestas, pero allí estaba este bicho que me crucé de curiosa coloración. Digo curiosa porque aunque estos sapos tienen bastante variabilidad, los que estoy acostumbrado a ver no son como este que encontré con un verde y blanco muy contrastado. De no ser porque en la Península no hay Sapo verde (Bufo viridis), en un hábitat así en cualquier otro sitio donde sí está presente como Baleares o Marruecos, casi no habría dudado en atribuirlo a esa especie en vez de a un sapo corredor ya que la línea de la espalda, aunque presente, era bastante tenue en ese ejemplar.


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