lunes, 30 de mayo de 2011

Perú 29 (2011) Aves en Tingana

Búhos de anteojos, Pulsatrix perspicillata C.Aguilar
A parte de los dos recorridos en canoa, en Tingana pude dar algunos paseos a pie a última y primera hora el día para ver aves, ya que me quedé a dormir allí en una casa de la chacra de Juan, uno de los guías. Como a algunas otras personas que he conocido, a Juan también le gusta caminar descalzo por sus tierras, con la particularidad de que así uno puede darse cuenta que le falta el dedo gordo de uno de sus pies. Cuando le pregunto la razón bromea con que lo ha echado al cocido de hoy, para después reconocer que en realidad lo perdió de un machetazo. Sin duda parece uno de los riesgos de andar descalzo por ahí haciendo las faenas del campo. Juan me acompañó en alguno de los recorridos por la zona, y yo por mi cuenta salí además por la noche a probar suerte, pero mi táctica de atraer búhos imitando reclamos fue nuevamente un fracaso. Sin embargo, ver aves nocturnas parece más fácil durante el día cuando descansan en los árboles.  Resulta raro, pero aquí es así con algunas especies.



Ayaymama, Nyctibius sp. Foto: César Aguilar
Un pareja de búhos pequeños tipo Megascop, como los que había visto otras veces, estuvieron durmiendo encima de donde comíamos pero como no sacaron la cabeza en todo el día no hubo manera de saber la especie. Cuando a última hora de la tarde fui a buscarlos ya se habían marchado, pero imagino que eran los que cantaba después por los alrededores, aunque no llegué a identificarlos por el canto. Los que sí logre ver y reconocer fueron dos grandes búhos de anteojos, Pulsatrix perspicillata, preciosos, ocultos en un árbol cuando pasábamos con la canoa debajo de ellos. Las fotos que saqué fueron malas, pero no he podido resistirme a incluirlas aquí por lo espectaculares que son estos bichos con su llamativo contraste de color en el plumaje y sus “gafotas” blancas perfiladas sobre los ojos. Otras aves nocturnas que encontré bien camufladas en la vegetación fueron los nictibios, una especie de chotacabras del nuevo mundo que tienen una bocaza tremenda.
 


Falco rufigularis Foto: César Aguilar
Durante el día los nictibios se posan siempre sobre una rama vertical de las orillas del río haciendo parecer que son su prolongación, mimetizados a la perfección. Aun pasando muy cerca de ellos no levantan el vuelo y se quedan ahí sin ni siquiera “pestañear” confiando plenamente en su camuflaje. Es difícil precisar la especie concreta en cada caso, aunque siempre son el género Nyctibius y lo más normal es que sean Nyctibius griseus, pero todas las especies son bastante parecidas y además muy polimorfas, lo que complica su identificación al menos para mí. Se los encuentra siempre descansando en el mismo lugar, de modo que cuando lo hallas una vez ya sabes donde buscarlo el siguiente día. Aquí les llaman “ayaymamas”, un nombre onomatopéyico del sonido que emiten por las noches  y sobre que el que basan muchas leyendas que cuentan la gentes de campo.
 


Icterus croconotus Foto: César Aguilar
En tierra otras aves que me llamaron la atención en aquellos paseos fueron un pequeño halcón caza murciélagos Falco rufigularis, un carpintero grande común pero muy espectacular, Dryocopus lineatus y un colorido oriol, Icterus croconotus, de un naranja casi “fosforito”. Ya en el río los martines pescadores eran bastante abundantes, lo que da una medida de la riqueza de peces que albergan estos ríos. En el tramo que recorrimos llegué a observar 3 especies distintas, uno tremendo el Megaceryle torcuata y otros dos con dorso verde muy llamativos de dos tamaños Chloroceryle americana y Chloroceryle inda, aunque me dicen que se llega a ver alguna especie más. También de cuando en cuando, se ven algunas Aningas (Aningha aningha) salir volando delante de la canoa y hasta un especie rara de garza llamada Aramus guarauna.

jueves, 26 de mayo de 2011

Perú 28 (2011) Mamíferos desde la canoa

Frailecillo (Saimiri sciureus) Foto: César Aguilar
Los recorridos en canoa a remo por el río Avisado dieron para ver un buen número de animales, entre ellos varios primates nuevos para mí. El turismo aquí empezó hace unos siete años y entonces me cuentan que era bastante difícil que se dejaran ver muchas de las especies de monos. Antes de la reserva, dicen que esto era un cazadero tremendo que frecuentaba la gente de la zona. Ahora trascurrido el tiempo, los animales se han ido acostumbrado a la nueva situación. En los dos días que estuve por allí pude ver un buen número de frailecillos (Saimiri sciureus), unos monos pequeñijos y con carilla de buena gente. No pensé que fuera a verlos tan bien, pero sí, entre otras cosas porque van en grupos muy numerosos, a veces incluso de hasta cuarenta ejemplares y ahí van dando bastante bulla por el arbolado. Son curiosos, ágiles y desde la canoa vimos en numerosas ocasiones como se tiraban en plan “suicida” de hasta 5-6 metros de un árbol a otro para cruzar el río.


Machín negro (Cebus apella) Foto: César Aguilar
El otro mono que vimos también en buen número fue el machín negro (Cebus apella), un pariente de los que vi en el Bosque de Protección Alto Mayo, los machines blancos, y que igualmente son más tímidos y reservados que otras especies de monos. El primer día iban junto a los frailecillos y parecían más confiados, pero al día siguiente que ya estaban solos, no se dejaron acercar demasiado con la canoa. Otros primates que sí que son visto y no visto son los pichicos, muy parecidos a los que vi en Pucunucho, aunque aquí son otra especie, Saguinus fusticollis, pero igual de inquietos y no paran ni 5 segundos en un mismo sitio así que nuevamente difíciles de fotografiar. 




Perezoso dos uñas (Choloepus hoffmanni). C. Aguilar
Los monos aulladores rojos (Alouatta seniculus) también los oíamos regularmente, aunque al principio a mi me costaba identificar esos ruidos con un aullador. Recuerdo que hace ya unos cuantos años visitando con Iratxe las pirámides de Tikal en Guatemala oíamos monos aulladores, aunque no los veíamos, y aquellos eran unos gritos tremendos. Los de esta especie, por el contrario, son un “ronroneo” grave de fondo, aunque tuvimos suerte y en una ocasión los vimos de lejos, que no suele ser lo habitual en Tingana. Otra especie nueva para mí fue el perezoso de dos uñas, Choloepus hoffmanni, que ha sido el único ejemplar de esta especie que he visto en todo el viaje




Erizo "peque" Coendu bicolor. Foto: César Aguilar
En realidad diría que más bien lo que vi de este perezoso fue una bola de pelo tripa arriba rascándose la barriga lentamente, que era lo que se veía desde abajo. La cabeza no se le veía pero el pelaje era muy distinto  en coloración del otro perezoso, el de dos tres uñas (Bradypus variegatus) que es más habitual de ver y que he podido ver bastantes veces. En una ocasión encontramos quieto, quieto encima de una rama, a escaso metros de nuestra canoa, uno de esos roedores arborícolas que llaman erizos o puerco espines como el Coendu bicolor. Como el bicho es nocturno ni se movió, se quedó acurrucado encima de nuestras cabezas mirando como pasábamos por debajo. Es lo que se consigue al ir con una canoa a remo y sin hacer a penas ruido, los animales se muestran bastante más confiados y se ven mejor.

sábado, 21 de mayo de 2011

Perú 27 (2011) Aguajales-Renacales en Tingana


Gran renaco con mirador y todo. Foto: César Aguilar
Como ya comenté Tingana es una concesión para conservación que lleva una asociación de gente local. En realidad el espacio natural se llama “Aguajales-Renacales del Alto Mayo” y Tingana es el lugar donde hay uso turístico en torno al río Avisado. Lo realmente interesante es que es la propia gente que vivía allí  y que antes cazaban y deforestaba para sus chacras la que ahora gestiona las visitas. Han dado la “vuelta a la tortilla” y de este modo sacan un complemento a sus actividades agropecuarias protegiendo una amplia zona pública que colinda con sus chacras. Los guías conocen bien la fauna, ya que ven un interés directo en aprender y en que la gente quede contenta en su visita. Además se nota, y mucho, la formación que les han estado dando la gente del Proyecto Mono Tocón, entre ellos Julio. Es raro sino que un guía local te diga el nombre científico de un ave, y eso se agradece con el lio que te haces con los nombres comunes y en ingles de la guía, aunque también es útil manejarlos.


Ficus trigona cruzando el ríoFoto: César Aguilar
Toda la zona de concesión es un área con bosques inundables con dos tipos de árboles principales que llaman aguaje y renacos. El primero es una palmera, Mauritia flexuosa, de hojas grandes que está muy extendida en las selvas bajas inundables de Perú. Se aprovechan sus frutos y hasta hace unos años la idea de la naturaleza inagotable era tal, que esta gente talaba la palmera para coger sus frutos. Ahora han “aprendido” a subirse a ellas con cuerdas por el tronco para la recolecta, dejándola productiva para sucesivos años, qué ya es un cambio importante. Las otras especies de árboles características de Tingana son los renacos, a los que llaman los árboles que andan. En realidad hay dos especies que tienen una adaptación similar pero que son de familias muy distintas. Ante suelos cenagosos y con riesgo de desplomarse, estas especies desarrollan raíces que salen de sus ramas y que se fijan al suelo donde engordan y apuntalan la estructura. Esto hace que las ramas avancen de lado a lado del río con apoyos como si fueran “a paso a paso”, como ramas caminantes.



Garcita verdosa (Butorides striatus) Foto: C. Aguilar
Uno de los renacos es Ficus trigona, tiene unos frutos como higos de un centímetro y unas raicillas finas como hilachuelos que salen de las ramas para engrosarse después. El otro renaco es Coussapoa trinervia y es de la familia de las Cecropias que tanto se ven por aquí. Este tiene unas raíces que salen como arqueadas del tronco y ramas como zancos, una adaptación para el mismo fin pero de aspecto diferente al otro. Estos dos árboles son los que dominan el recorrido por el río Avisado que se hace en Tingana.  Se trata de un río estrecho y el paisaje puede no ser espectacular a primera vista más que en algunas zonas donde los renacos tienen más desarrollo, pero el recorrerlo en canoa a remo y en silencio da muchas posibilidad de ver distintas especies de fauna. El río es en realidad larguísimo y creo recordar que drena una superficie de unos 2000 Km2, aunque el trayecto típico es de varias horas, una pequeñísima parte del mismo.




Lontra longicaudis oculta. Foto César Aguilar
Hice el mismo recorrido dos días consecutivos con diferentes grupos de turistas que estaban allí de visita y cada día vi especies distintas. Hay que decir que si se tiene interés los guías se esfuerzan en ir callados y expectantes indicándote en todo momento lo que tu apenas llegas a ver ahí escondido entre la vegetación. Una de esas especies que solo vi el segundo día, que íbamos más atentos, fue la nutria. La Lontra longicaudis que es bastante difícil de ver, pero que ellos detectaron por un burbujeo debajo del agua. Con suerte esperamos a que saliera a respirar y allí se quedó mirándonos unos segundos antes de desaparecer. Luego vimos otro ejemplar unos metros más arriba nadando con la cabeza fuera del agua hasta que nos detectó. Por lo visto parece que es cierto que forman parejas en algunos momentos del año como leí sobre la especie cuando me preparé para dar el curso en Alto Mayo.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Perú 26 (2011) Waqanki, sobredosis de colibríes

Lophornis delattrei Foto: César Aguilar
Después de salir de La Esperanza me dirigí a Moyobamba, donde está la gente de la otra asociación con la que colaboramos en Pucunucho, los del Proyecto Mono Tocón. Quería visitar un lugar que me comentó Julio que era bueno para ver aves, el sitio se llama Tingana y han estado apoyándoles con capacitación. Aquello lo gestiona una asociación local y tienen ese área en régimen de "Concesión para Conservación" que es como una cesión del estado peruano que es el propietario. El caso es que había que hacer las reservas con antelación y tenía tiempo para visitar algo más antes de ir a Tingana. Me recomendó el orquidiario Waqanki. En realidad el sitio viene funcionando desde hace ya un tiempo con las plantas de la zona, pero ahora han hecho una ampliación y tienen como novedad bebederos para colibríes.


Florisuga mellivora Foto: César Aguilar
El orquidiario se visita de forma guiada con la gente que lo mantiene, ya que es una finca privada. Realmente después de haber pasado una semana aprendiendo un poquito de orquídeas con los guardaparques de Alto Mayo, ya no andaba tan perdido en ese  “mundillo”. A mi parecer no es que sea una visita muy impresionante ya que la floración de las plantas es muy desigual, pero me pareció interesante ver todas esas formas y colores, muchas veces con flores diminutas. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de que solo tienen especies autóctonas, sean grandes o pequeñas, no es como cuando se visita un jardín botánico en Europa o un orquidiario allí que tienen plantas de todo el mundo y todo parece más espectacular. Aquí todo está al aire libre ya que solo tienen lo que se puede mantener en este clima.


Thalurania furcata Foto: César Aguilar
Pero lo que realmente me impresionó fue la actividad que han conseguido en los bebederos de colibríes. El tipo que lo está llevando ha pasado un tiempo también por el otro sitio que visité para ver el colibrí cola espátula y ahora ha montado este. Si el otro me encantó, este me ha alucinado. Allí estaba la especie aquella bandera pero en total a diario solían acudir 12 especies, lo que ya me parecía una buena cantidad. Bueno pues aquí regularmente se pueden observar 21 especies y  no son todas las que se ven. A lo largo del año han contabilizado más de 40 especies, ya que algunas hacen desplazamientos y solo visitan el área en un momento del año o de forma esporádica. En realidad es todo muy reciente pues llevan recibiendo turistas solo desde enero, aunque antes les ha llevado un trabajo previo y ahora necesita un mantenimiento diario para llegar a esas cifras. 


Discosura popelairii Foto: César Aguilar
La diferencia entre los dos sitios de colibríes creo que es la altura, el que visité primero está alrededor de 180o m, sin embargo esto está en torno a los 800 m. La altitud proporciona endemismos pero hay menos especies adaptadas a condiciones que son más difíciles, pero bajando en el altura aumenta la riqueza de especies. En estos bebederos se ven más especies, mayor número de ejemplares y se muestran bastante más confiadas. Si saben llevarlo bien aquí tienen un recurso que van a valorar muchos birdwatchers de viaje por el norte del Perú. Dentro de la visita de Waqanki, esto de los colibríes está al final, así que cuando lo vi me quedé allí largo rato hasta aburrir a la chica que me guiaba que me dejó a mi suerte, guía en mano, y disfrutando de lo lindo. En ese rato llegué a identificar 11 especies, ninguna repetida con el otro bebedero, eso sí con la ayuda del tipo que ha montado los bebederos que los identifica a todos muy bien. Además la mayoría de ellos bien vistos y bien fotografiados, una auténtica sobredosis de colibríes.   

lunes, 9 de mayo de 2011

Perú 25 (2011) Divulgación, participación y ecos de sociedad

Sesión de cine en La Esperanza. C. Aguilar
El tiempo que he pasado con NPC en La Esperanza ha dado para más que para ver aves, censar primates o preparar formación para los guardaparques del Alto Mayo. Aquí hemos estado cuatro voluntarios y cada uno se ha ido “especializando” en algo, pero en general hemos participados de otras tareas de apoyo a la comunidad. Los primeros días Josie y yo nos vimos formando parte de un jurado en la escuela de la cercana localidad de Buenos Aires, en un concurso de dibujo ecológico. Nosotros allí decidiendo a quien dábamos los premios fue muy gracioso, con los chavales mirando de soslayo desde el patio por las ventanas, y luego el “veredicto” con chavales formados en el patio y un breve discurso de los “señores del jurado”… ¡total!, me veía yo como el jurado de “Menudas Estrellas” o algún programa de talentos infantiles así.




Quemas de pasto junto a Pucunucho. J. Chambers
Otra de las actividades de divulgación ha sido un ciclo de cine ecológico que organizó Karla, acompañándolo del pase de un corto de 10 minutos que grabó y montó previamente con niños y voluntarios hablando para la cámara. Solo pude ver la primera sesión del ciclo, en la que pasamos la película Madagascar y durante la que estuvimos “enfrascados” haciendo palomitas y chocolate para la concurrencia. También hubo un montaje de otro vídeo que preparó Josie para una sesión anterior de divulgación del área de conservación Pucunucho. Tras los trabajos de censo de mono tocón, una de las tareas era dar a conocer el área a la gente de los alrededores y sus valores a los propietarios colindantes. El que aparece en la foto es uno de los propietarios que más cancha nos dio, Isaías Moreno, pues se comprometió a no tumbar más arbolado en recuperación en su chacra, algo que valoramos cuando nos enseñó las prácticas de quema de pastos en otras chacras cercanas. Para este fin de sensibilización y concienciación se montó una jornada en cuya programación se pasó ese segundo video elaborado.


Arreglando la presa con la comunidad. C. Aguilar
Las tareas de divulgación de Pucunucho y la situación del mono tocón, tuvieron su eco también en la prensa nacional. Fue en el diario La República en una sección de econoticias breves y a raíz de una entrevista que nos hizo una periodista uno de los días que visitamos el área. Esta especie es endémica de la zona y la gente apenas conoce su vulnerabilidad, así que el impacto de todas estas acciones repercutirá en su conservación. (http://www.larepublica.com.uy/mundo/447266-mono-tocon-subsiste-en-pequeno-paraiso-privado) 
Días después también algunos medios locales entrevistaron a otras de las personas que participaron en el evento divulgativo, al que yo no pude asistir.  Y por último, otra tarea de apoyo a la comunidad fue echarles una mano uno de los días en que el muro de derivación de la minicentral hidroeléctrica había cedido por las crecidas del río. Sin entrada de agua no tendríamos electricidad y tampoco internet, así que allí que fuimos a preparar un muro con sacos de arena del río. ¡Pura fuerza bruta!

miércoles, 4 de mayo de 2011

Perú 24 (2011) La Pitaya, petroglifos y sarcófagos 2

Primeros tres sarcófagos antropomorfos. C. Aguilar
Acercándome al cortado de arenisca donde el hombre me dijo que había sarcófagos di con los primeros mirando a prismático, eran tres tumbas antropomorfas en mitad del abismo. ¡Joder!, si ese era el sitio que me había dicho de acceder voy listo, allí no sube ni Juanito Ordiazabal. Pero bueno al menos los estaba viendo, que ya era emocionante pero había que buscar en otra parte del cortado ya que el hombre me dijo que no eran allí sino en otro escarpe. Quizá se equivocara y hablara de oídas y realmente eran esos que yo veía. El caso es que no encontraba más sarcófagos en el cortado y empezaba a inquietarme porque allí no habría manera se subir. Lo que sí encontré mirando con los prismáticos fueron unas pinturas rupestres como de una cabeza pintada en rojo toda “marciana” en una visera de roca.



Pintura rupestre colgada en el cortado. C. Aguilar
Hoy en día ya sería imposible acceder al sitio de esas pinturas rupestres por los derrumbes que han cortado los accesos alrededor. Es por ello que el hombre no me habló de las pinturas. Si nadie puede subir allí y sin ayuda de la óptica no se aprecian desde abajo, así que el tipo desconocía su existencia. El recorrido bajo el cortado seguía por una pista paralela a un canal de derivación de agua de la central hidroeléctrica de Caclic, así que en un primer momento sin problema. Luego encontré el camino del que me habló entre la vegetación arbustiva de este bosque seco ecuatorial con espinosas y cactus por doquier. Pero el camino en realidad no subía al cortado, ladeaba la base del mismo y comprobé que iba hasta una chacra cercana.




En círculo rojo los sarcófagos a los que fui. C. Aguilar
Había que confiar en lo que dijo el hombre “Cerca de la roca triangular”, miraba a prismático y no veía nada y tampoco había camino. Ya puestos ahí arriba no era cuestión de volverse atrás, pero tampoco de jugársela entre bloques de roca, escarpes y cactus. Subí monte a través entre ese paisaje como pude, pues es bastante cerrado y pinchudo. Al poco rato me convertí en un vector dispersante de pequeños brazos de chumberas que se me quedan enganchados en la ropa, bueno al menos algo útil estaba haciendo allí, pensé. El caso es que no veía los sarcófagos ni nada, pero yo seguía avanzando hacia la piedra triangular de la que me hablara. En realidad ya con el cambio de perspectiva en la ladera, no sabía si era la misma que había visto desde abajo. 



Vector de chumberas de la zona. César Aguilar
Días antes en La Esperanza habíamos tenido una sesión de cine por la noche con una película que nos habíamos descargado de internet. Se llama "127 horas" y no digo más, si tenéis ocasión verla, hacerlo y si no entrar en internet para saber de qué va, no cuento mas. El caso es que por ahí entre bloques de arenisca y cactus no podía quitarme la idea de la película de la cabeza y ya empezaba a "sugestionarme" un poco. Si alguno ha andado mucho tiempo solo por el monte, sabe que hay veces en que se te enquistan diálogos, imágenes, músicas o pensamientos que recorren tu cabeza de forma cíclica. Es la manera que tiene la mente de mantenerse activa, ya que el “no pensamiento” creo que solo lo consiguen los monjes zen y con bastante esfuerzo, el resto estamos todo el día “maquinando” para bien o para mal. El caso es que si esos pensamientos son positivos bien, pero si no hay que saber torear bien con esas sugestiones, pues pueden llegar a condicionarte mucho.


Sarcófagos en el cortado. Foto: César Aguilar
En ese "trabajo mental" andaba yo mientras subía ladera arriba cuando, ¡guau! allí estaba los sarcófagos. Después de tanta “vaina” mental vi se podía llegar hasta su mismo lugar sin muchos problemas. El hombre estaba en lo cierto se podía acceder a ellos, aunque creo que hace bastante que nadie había pasado por allí. Aun así, todos estos restos arqueológicos están profanados hace tiempo, todos tienen alguna parte rota por los que aquí llaman huaqueros. Buscan tesoros pero creo que en estos sarcófagos solo había huesos, y es lo que yo encontré. Muchos huesos de extremidades pero ningún cráneo así que imagino que alguien se los llevó por alguna razón, ya que no leí nada de que no los enterrasen con cabeza. La verdad es que fue muy emocionante estar allí sentado hombro con hombro con esos guardianes de barro mirando hacia el infinito con la misma expresión que los moáis de Isla de Pascua en el Pacífico chileno. Creo que tardaré tiempo en olvidar la agradable sensación de aquel “descubrimiento”.

Perú 23 (2011) La Pitaya, petroglifos y sarcófagos 1

Valle del río Utcubamba. Foto César Aguilar
El último día que estuve por La Esperanza, estaba decidido a aprovechar las últimas opciones de esta zona que iba a dejar a atrás en breve. Hacía una semana, de regreso de Chachapoyas, conocí a un tipo que trabajaba como operador de turismo en Pedro Ruiz. Le propuse poder visitar en una semana alguna de las múltiples pinturas rupestres que hay en el valle del río Utcubamba. Esa zona, como ya comenté anteriormente, es un paisaje bien distinto de los bosques de neblina de los alrededores. Allí hay una entrada de bosque seco tropical con un clima que ha permitido conservar mejor pinturas y yacimientos arqueológicos. Varios días antes de la fecha en la que quería ir, intenté localizarle pero no hubo manera, así que el día aquel cogí transporte hasta Pedro Ruiz con la idea de ver si encontraba la manera de visitar alguna pintura.



Petroglifos La Pitaya. Foto. César Aguilar
Pedro Ruiz es una población de carretera en la marginal de la selva, un sitio de paso, así que no hay agencias de turismo ni nada de eso. En cuanto llegué busqué por internet que sitios podían ser viables para visitar buscando alguien que lo hubiera hecho antes. Encontré un nombre La Pitaya, unos petroglifos que estaban cerca de la carretera entre Pedro Ruiz y Chachapoyas. Con esta ubicación encontraría rápido alguno de los coches que hacen esa ruta para acercarme hasta allí. Además me habían dicho que hay un cartel en la carretera que los anuncia, así que a media mañana ya estaba yo por allí. Estaba preparado para subir las laderas con mi mochila a la espalda para buscar el sitio, cuando pregunté a un hombre que vivía allí enfrente. Vaya decepción, me dijo que los grabados estaba ahí no más a tres metros en un lienzo de roca sobre la carretera.



Vegetación bosque seco tropical. C. Aguilar
Toda la mañana para venir a algo que se ve en 5 minutos. Aun así yo le dediqué algo más de tiempo por no tener la sensación de haber venido para nada. Los grabados son de animales, gente dibujada como lo hacen los niños y signos geométricos. Nada del otro mundo, como para venir solo a esto. Ya medio con la cabeza baja volví a preguntar al hombre ¿hay alguna otra pintura por la zona?, un lacónico “No” fue su respuesta. Y ¿algún otro petroglifo como estos? “No”, ya estaba yo desanimado cuando me dice “No señor lo que hay son sarcófagos ahí arriba”. Había pronunciado la palabra maldita y yo creo que en aquel momento se me inyectaron los ojos de sangre todo expectante. ¿Cómo que sarcófagos?, “Sí, ruinas de esas ahí arriba en el cortado, pero no petroglifos, ni pinturas”. Se estaba refiriendo a tumbas antropomorfas de barro pintado en la que los Chachapoyas enterraban a sus gentes más notables. Hay unas que se visitan en Karajía pero a mí me pillaban muy a desmano para verlas en esta ocasión.



Metriopelia ceciliae Foto. César Aguilar
El caso es que el sitio que decía estaba al otro lado del río Utcubamba, un cauce muy caudaloso y más ahora por la época de lluvias. Sin embargo decía que había un puente a cuatro kilómetros. Hice mis cálculos, aún no era media mañana y me daría tiempo si me daba prisa, así que me puse a caminar hacia el puente para luego dirigirme a la base del cortado. Este paisaje de bosque seco era además uno de los que tenía ganas de andar. Lo había visto en dos ocasiones desde la ventanilla de los coches que me llevaron a Chachapoyas así que ahora podría andarlo. El sol pegaba fuerte así que solo se movían unas tortolitas (Metriopelia ceciliae), el cernícalo americano (Falco sparverius) y los gallinazos (Cathartes aura). En la vegetación hay pitas (Agave americana), chumberas (Opundia sp), dos especies de cactus, árboles tipo acacias y otros más escasos con el tronco cubierto de gruesas espinas y abultados en mitad del tronco como si estuvieran todo regordotes o embarazados. Un paisaje nuevo tras días de bosque de neblina, estaba exultante.

martes, 3 de mayo de 2011

Perú 22 (2011) Invertebrados varios

Mariposa búho con su ojo. Foto: César Aguilar
La mayoría de veces que vemos fotos de insectos u otros invertebrados de regiones selváticas nos sorprenden formas, adaptaciones y colores a los que no estamos acostumbrados. Cuando las recorres vas buscando ese tipo de invertebrados “raros” o atípicos pero no son la mayoría, son muchas más las formas que con alguna variación o color son muy similares a las del viejo mundo.  Aun así, voy a recoger algunas de esas especies raras o más características de los bosques lluviosos que he visto en los sitios que he recorrido en los departamentos de Amazonas y San Martín donde he pasado más tiempo.






Agrupacion de mariposas. Foto: César Aguilar
Para empezar las mariposas son las más llamativas, hay unas que todos relacionamos con la selva son las del género Morpho, esas que tienen unas manchas azul metálico en el interior de las alas que exhiben mientras vuelan. La más característica es la que dicen Morpho helena pero en realidad hay pocas ocasiones para comprobar que especie es en realidad ya que no paran un momento. Las ves volando ahí grandotas con sus recorridos azarosos entre la vegetación, en los arroyos e incluso el pasado año me sorprendió encontrar una de ellas dentro del aeropuerto de Pucallpa, la ciudad selvática del Ucayali. Cuando estuve en la reserva de Tingana, en Moyobamba, uno de los guías con su sentido del humor me dijo todo serio que en realidad estaban las mariposas y por otra parte las Morpho que en realidad no se les puede llamar así, como mucho “mari” pues de posarse nada de nada.



Insecto palo. Foto: César Aguilar
En realidad algún vez he visto alguna Morpho posarse unos segundos, pero como lo hacen con las alas cerradas no lucen nada ya que por el exterior son marrones y miméticas con la hojarasca. Fotografiar un de esas mariposas no lo he conseguido, solo otras de un tamaño similar que llaman mariposas búho y que las hay de varios tamaños. Esa aguantan más posadas confiando en el mimetismo y amenaza que supone un ojo de buho ahí mirándote. Estas y otras mariposas son también objeto de colecta de algunos habitantes del Alto Mayo, ya no sé si legal o ilegalmente, aunque imagino que lo segundo, pues tal es la demanda para recuerdos, artesanías, coleccionistas y demás.




Mantis "hoja". Foto: César Aguilar
La verdad es que el Alto Mayo tiene también gran diversidad de mariposas, las he visto en grupos numerosos tomando sales encima de excrementos de aves y si te paras un rato se posan encima tuyo y te sorben las sales de tu sudor con su espiritrompa.  También frecuentan arenas húmedas de los ríos y en el propio río Mayo hay un lugar que le llaman la playa de las mariposas. No lo he visitado pero me dicen que ya ha perdido bastante del atractivo de hace algún tiempo, pues ha habido cierto descontrol en el acceso de visitantes. Es lo que ocurre cuando se ponen en valor elementos del medio natural y sin atender suficientemente a su conservación.





Caracol "gigante". Foto: César Aguilar
Otros insectos bien curiosos son los que adoptan formas especiales para evitar ser comidos. Es el caso de los insectos palo de los que he visto varios tamaños, aunque con ese camuflaje los encuentras casi por casualidad más que otra cosa. También hemos encontrado varias Mantis, una de ellas con un camuflaje alucinante, toda ella parece en textura, forma y color un manojo de hojas verdes. Y ya por último, el día que llegué a Venceremos encontré un caracol descomunal que rondaría los 10-15 centímetros. Había visto varios tipos de caracoles pero ningún tan grande como este, además el color acompaña en hacerlo más visible ya que la parte carnosa es color naranja. En algún sitio he leído que los nativos los comen, desde luego con esta especie tienen más que suficiente con uno de ellos para hacer la comida principal del día, ¡ni un bistec tiene tanta carne!.


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