domingo, 25 de diciembre de 2011

Los vascos y la caza de la ballena

Museo naval de San Sebastián. César Aguilar
Fuera del País Vasco es poco conocida la tradición de la caza de ballenas que se practicó en el litoral vasco y cántabro durante siglos. Fácilmente asociamos esa actividad a los pueblos escandinavos o del ártico, pero olvidamos que los vascos mantuvieron una intensa y larga actividad ballenera. Esta relación es la que explora una interesante exposición que pude ver en museo naval del San Sebastián hace algunas semanas llamada “Cazadores de Ballenas”. Los vascos comenzaron la caza del ballena en el cantábrico pero más tarde la llevaron a las costas de Canadá. La actividad fue de tal importancia que el nombre común de la ballena que más cazaban lleva su nombre, la ballena franca septentrional (Eubalaena glacialis) o ballena de los vascos. Fue una especie común en las aguas cantábricas y la más perseguida por su carácter tranquilo y su querencia por las aguas costeras. Su intensa persecución la llevó a la extinción en esta parte del océano Atlántico.





Cartel de la exposición "Cazadores de Ballenas"
Hace unos años tuve ocasión de ver en las costas de la Patagonia argentina la otra especie de ballena franca que existe, la meridional (Eubalaena australis). La proximidad que permitían no la he visto en ningún otro cetáceo y aunque ahora sea mayor al no sentirse amenazada, ese carácter confiado y pacífico las hizo tan vulnerables como para ser cazadas desde una barca de remos y el uso de arpones. Al parecer la caza de ballenas en el Cantábrico de este modo está documentada en el siglo XII, aunque en Europa las primeras referencias son del siglo IX. Tal era su importancia, que algunas localidades costeras vascas tuvieron su origen en ser buenos oteaderos para el avistamiento de ballenas.
 


Grabado con cachalote que inspiró el libro Moby Dick
Hasta el siglo XVI parece que la actividad ballenera se mantuvo ceñida a la poblaciones del mar Cantábrico. Sin embargo a partir de las expediciones hacia el noroeste de Canadá comienza una gran movilización de barcos y personas. En las primeras expediciones transatlánticas iban interesados por el bacalao pero luego los bancos de Terranova, Labrador y golfo de San Lorenzo fueron también el escenario de la caza de la ballena. En la época de apogeo de la actividad en el siglo XVI se mataban unos 400 cetáceos al año, de los que obtenía aproximadamente unas 20.000 barricas de aceite. Los balleneros vascos llegaron a monopolizar en ese siglo el suministro de aceite de ballena en Europa.




Última ballena franca capturada el País Vasco 1901.
La caza sistemática del cachalote (Physeter macrocephalus) en aquellas costas llegaría mucho más tarde, pero ya esa iniciativa la tomaron los balleneros de la costa este de los Estados Unidos. Los cachalotes eran muchos más agresivos que la ballena franca y fue esa otra especie la que inspiró a Herman Melville la historia de la novela de Moby Dick en 1851, el cachalote blanco que aterrorizaba a los marineros. Pero afortunadamente las historias de persecuciones de ballenas forman parte ya del pasado y la industria ha desaparecido en la mayor parte de países, salvo algunos reacios como Noruega y Japón. La última ballena franca capturada en el País Vasco fue en 1901, arponeada por pescadores de Orio desde traineras, un interesante punto y final que se puede ver en una fotografía en sepia en la exposición del museo naval.  

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