jueves, 25 de octubre de 2012

Naturaleza de Sri Lanka en Radio Euskadi

Bosque tropical seco en Sigiriya. Foto: I.González
De regreso del viaje por Sri Lanka del pasado mes de junio de 2012, tuve un rato para hablar de algunos atractivos naturales del país en el programa "La Casa de la Palabra" de Roge Blasco. El programa es un sitio único para oír otras voces, se emite de lunes a viernes de 21:00-22:00 h en Radio Euskadi  y nada menos que desde 1997. Por él pasa todo tipo de gente relacionada con los viajes, la montaña, la literatura, la ecología, la etnografía, los movimientos sociales, el indigenismo, otras culturas y un sinfín de temas interesantes. Todo aquello que en los contenidos de otros programas de radio podría ser pintoresco o anecdótico, en el de Roge es lo principal.




Cría de langur gris (Semnopithecus priam). C. Aguilar
Su programa es un foco puesto sobre muchas de aquellas ideas y actividades que le dan color a la vida y cada una de ellas es un motivo para vivirla con intensidad. Por ello que me encuentro tan a gusto charlando con Roge de naturaleza y viajes pues, al igual que sus entrevistados me han trasmitido muchas ideas que luego no caen en saco roto, me gusta a mi poder contribuir de la misma forma a la positividad y entusiasmo que emana su programa. En esta ocasión fue sobre algunas cuestiones de la naturaleza de Sri Lanka que empezaré a contar en las siguientes entradas del blog. 





Ahí os dejo un enlace a su blog en el que reseña la entrevista y también al podcast del programa de ese día con el minutaje dentro de ese archivo.


Audio Programa “Levando Anclas” Radio Euskadi 27 Septiembre 2012
(00:04:50 – 0:21:20)

viernes, 19 de octubre de 2012

Trás-os-Montes, un viaje portugués (Libro)

Trás-os-Montes, un viaje portugués
Julio Llamazares
ISBN: 84-204-8190-4

Este libro del leonés Julio Llamazares puede parecer poca cosa, no más de cinco días recorriendo en coche algunas de la poblaciones de la región de Tras-os Montes de Portugal. Nada excepcional. Sin embargo en su dejarse caer aquí y allá sin muchas expectativas, va trazando un relato de un observador atento que recoge la vida y la ausencia de ella en muchas las poblaciones de esa dura y pobre tierra de emigrantes. Llamazares relata el viaje en la forma clásica del narrador que describe al viajero de forma distante, tal como hacía el
portugués y Nóbel de literatura José Saramago o el mismo José Antonio Labordeta. Con ellos comparte ese humanismo que se deja ver en su narración y en el que une paisaje y paisanaje de la comarca. Por el libro desfilan poblaciones como Braganca, Vila Real o Miranda do Douro junto con todos aquellos pueblos olvidados a los que llega según su intuición en a lo largo del recorrido.


En esas paradas, sus visitas se alejan del turista de guía y sitios imprescindibles y se acerca a las gentes  para conversar o recoger de forma casual el sentir de algunos de sus habitantes. De esos cinco días es capaz de sacar un relato de viajes a partir de encuentros y paisajes a los que el autor coge el pulso. En realidad leí este libro hace ya más de una década, pero he vuelto a él tras los días por los Arribes del Duero en la comarca de Sayago, y es que Tras-ós Montes y Sayago, cada una en una margen del río Duero, comparten aún muchas cosas. Pese a estar separadas por la frontera de España y Portugal, forman un continuo en el paisaje y hasta en un momento histórico también formaron parte de una misma unidad política, el antiguo reino leonés. Algo en común todavía les queda.

viernes, 12 de octubre de 2012

Arribes del Duero 4 (2012) Paisaje rural

Muros de mampostería. Foto: César Aguilar
Otra de las cosas que me gusta de los Arribes es la cantidad de construcciones tradicionales que hay dispersas en la zona. El minifundio en que se ha explotado la comarca ha dejado, ya lo he comentado, gran cantidad de cerramientos y muros de piedra. En estos pueblos se puede ver bien la estructura tradicional que debieron tener muchos otros pueblos antes de que las concentraciones parcelarias homogeneizaran los paisajes. Un mosaico de gran interés etnográfico y natural. Para construir los muros y tapiales aprovechaban la forma en lajas de las piedras de granítico que aparecen en la zona. Así, iban colocando esas rocas verticales formado lienzos cuyos espacios cerraban con piedras más pequeñas.




Fuente tradicional y abrevadero lateral. I. González
Las fuentes son también bastante abundantes en el paisaje, unas sencillas en las majadas y otras más elaboradas en los pueblos. No son fuentes de caño como en otros lugares, sino piletas que recogen el agua que mana del suelo en determinados lugares y que se remansa en cubetas de roca techadas a ras de suelo. Las de los pueblos suelen ser construcciones grandes, algunas de ellas dicen que datan de la época romana, tienen escaleras de granito que bajan a la cubeta y están techadas. Pero a mí las que más me llaman la atención son las pequeñas fuentes que aparecen por doquier en mitad del campo próximas a majadas y abrevaderos de ganado.




Fuente tradicional "elaborada". Foto: César Aguilar
Para esas pequeñas fuentes valen unas grandes lajas que, a modo de tejadillo, protegen la cubeta del agua. Son fuentes que ahora suelen estar desatendidas pero que antes limpiaban los pastores y que son de gran interés para los anfibios. Relacionadas con la extracción del agua están también los curiosos cigüeñales, unos ingeniosos sistemas para sacar agua de los pozos en los huertos. En vez de deslomarse tirando de una cuerda atada a un caldero, en los Arribes usan un sistema en balancín. En un lado está el caldero colgado de una cuerda, en el otro un contrapeso de una piedra, a un tirón de uno de sus lados el balancín sube sin esfuerzo con el caldero lleno de agua.




Cigüeñal de madera en un huerto. Foto: C. Aguilar
Cigüeñales los hay antiguos de madera y también otros más modernos con los brazos de hierro, visto que el sistema sigue manteniendo sus virtudes. Molinos hay también unos cuantos, suelen estar en los regatos que descienden de la penillanura al arribe, y suelen encontrarse en un estado de conservación bastante mejor que en otras regiones. Con todo el auge del desarrollo rural de los últimos años, muchos de esos molinos han sido restaurados. Eso ha sucedido con el molino de cubo de Villadepera que es una adaptación para aprovechar un fuerte desnivel con poco caudal circulante.





Chiviteros de Torregamones. Foto: César Aguilar
Los chozos de piedra cuadrados o circulares, con techo en falsa bóveda, son otras de las construcciones comunes en el paisaje. Pero de ellos hay un tipo de chozos que son realmente curiosos y que no son para personas, son los que denominan chiviteros. Son chozos en miniatura, pueden estar adosados a un muro o estar separados. En  Torregamones hay unos preciosos que han rehabilitado en un paraje de encinar adehesado entre bolos graníticos. Los chiviteros se usaban para guardar a los cabritos o chivitos mientras el rebaño de cabras pastaba por el día.





Chiviteros de Torregamones. Foto: César Aguilar
Para evitar que los animales salieran se ponía una losa la pequeña entrada a modo de puerta y ahí estaban a resguardo sin peligro de ser depredados. Para cualquiera que le interese la etnografía y las construcciones rurales los Arribes de Zamora tienen un patrimonio ingente, como la presencia de lagares rupestre que esta vez no tuvimos tiempo de visitar pero en los que estuve hace años. Los Arribes tienen mucho que ofrecer al que busque naturaleza y cultura rural en una comarca no demasiado visitada, que el parque natural ha ayudado a poner en valor.

sábado, 6 de octubre de 2012

Arribes del Duero 3 (2012) Charcas y solanas

Gallipato (Pleurodeles waltl). C. Aguilar
En esta parte de la Península habita una especie de anfibio que hacía mucho tiempo que no veía. Se trata del gallipato (Pleurodeles waltl) que con su raro aspecto no deja de ser una salamandra. Los encontramos en una charca usada como abrevadero para el ganado sin apenas vegetación, la típica con poco más que ranas comunes (Pelophylax perezi). El gallipato tiene un sistema de defensa atípico, tiene dispuestas las puntas de las costillas contra una serie de glándulas laterales de color rojizo. Supuestamente, cuando se sienten amenazados, rompen esas glándulas con las puntas de las costillas que se impregnan de sustancias tóxicas, poniendo dificultades a un depredador que quiera engullirlo.




Culebra viperina (Natrix maura) gordita. C. Aguilar
Cuando coges un gallipato puedes notar esa tensión y cómo las puntas de las costillas presionan los laterales, aunque no he llegado a ver sobresalir las puntas como suelen decir en la bibliografía. Por lo demás, compartiendo la charca con ellos encontramos una culebra viperina (Natrix maura) que acababa de engullirse una presa, por el abultamiento que tenía, casi seguro una rana común. Las culebras viperinas o de agua son muy comunes en toda la zona, se trata de una especie generalista por lo que no es de extrañar, pero a mí en el Ebro cada vez me cuesta más verlas. Recuerdo que de niño solía ver culebras de agua de forma habitual en ese río y ahora que lo recorro en piragua veo realmente muy pocas.




Sapo corredor (Bufo calamita). César Aguilar
En los arribes, las culebras de agua aún siguen siendo muy abundantes, como yo las recordaba. En cuanto anfibios, en fuentes y aguas permanentes encontramos un endemismo del oeste peninsular, el tritón ibérico (Lissotriton boscai) que se escapó varias veces de entre los dedos por olvidarnos las sacaderas. Pocos anfibios más pudimos encontrar ya que tras la sequía del año muchas balsas y barrancos estaban aún secos y las noches no fueron húmedas. Aun así pudimos oír cantar ranitas de San Antonio (Hyla arborea) y ver unos cuantos sapos corredores (Bufo calamita), uno de ellos a medio mudar con la piel echa jirones.







Lagarto ocelado (Timon lepidus). César Aguilar
Por el día, tres especies de reptiles se repartían las solanas, los lagartos ocelados (Timon lepidus), las lagartijas colilargas (Psammodromus algirus) y las lagartijas ibéricas (Podarcis hispanica). De esta última especie dos machos se disputaban una hembra en un bolo granítico. Uno de los machos, el que más éxito tenía, mantenía mordida a la hembra tras las patas traseras tratando de retenerla, mientras el segundo macho lo acosaba para tratar de que la soltara y engancharla él. El macho segundón era uno que había perdido la cola y hasta lo que vi, no consiguió su propósito de arrebatarle la hembra. Puro salvajismo animal.





Escorpión. Foto: César Aguilar
Estuve también tratando de encontrar en un par de ocasiones culebrillas ciegas (Blanus cinereus) bajo las piedras, una especie que vi hace tiempo en Miranda de Douro de este modo, pero esta vez no hubo suerte. Bajo las piedras solo se escondían escolopendras, escorpiones y grillotalpas, estos últimos unos insectos relativamente comunes en la zona que despistaban al cantar por la noche con sonidos que recordaban en cierto modo a lo de los anfibios.


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