viernes, 31 de mayo de 2013

Sudáfrica 7 (2012) Kruger 6, Ríos y riberas

Ephippiorhynchus senegalensis. C.M. Aguilar Gómez.
El parque nacional Kruger está recorrido por muchos pequeños regatos. También por ramblas con grandes variaciones de caudal. Ya he comentado en una entrada anterior que la mayoría de los cursos de agua del norte estaban prácticamente secos a finales de octubre, de ahí la importancia de los puntos de agua suplementarios para la fauna. En el río Limpopo, justo en el borde norte del parque, las aguas que vimos llevaban escasa corriente y creaban numerosas islas de arena. En ese río hay un punto que constituye una triple frontera con los países de Sudáfrica al sur, Mozambique al este y Zimbabwe al norte. En ese lugar vimos por primera vez un jabirú africano (Ephippiorhynchus senegalensis) el ave con un post-it en el pico, como solíamos decir.



Martín Megaceryle maxima. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
El jabirú nos sorprendió por su tamaño, ¡era casi el doble que una garza real! Teníamos a ese ave por una especie escasa, según habíamos leído, pero pudimos verla en un buen número de ocasiones. Los cursos de agua eran también el lugar para ver algunas acuáticas como el ganso del Nilo (Alopochen aegyptiacus), el ibis hadada (Bostrychia hagedash) o martín gigante africano (Megaceryle maxima). Los principales ríos atraviesan el parque de este a oeste y recordar cómo se llaman no es muy difícil, los campamentos más importantes llevan sus nombres: Shingwedzi, Letaba, Olifants y Sabie. No era algo casual, ubicar un campamento junto a un gran río garantiza el trasiego de fauna por sus orillas y buenas observaciones. 




Javier y yo en el Olifant, en la gloria. Javier Robres.
Nosotros disfrutamos poco de esas vistas, pues llegábamos tarde a los campamentos y salíamos pronto. ¡Había que aprovechar el día! Los primeros ríos que vimos ya con un cauce considerable fueron los de Letaba y Olifants, ambos con campamentos en sus orillas y buenas vistas. Recorrimos en coche la msrgen del río Letaba viendo cocodrilos del Nilo (Crocodylus niloticus) soleándose, jacanas africanas (Actophilornis africanus) correteando y garzas golialt (Ardea goliath) esperando el paso de algún pez. Pero para mí, las vistas más fascinantes fueron las del campamento Olifants. Desde la terraza del bar se dominaba un paisaje inmenso sobre el río del mismo nombre y, a prismáticos o a telescopio, podíamos ver jirafas y antílopes de agua (Kobus ellipsiprymnus) entre otros animales. ¡Un lujo!



Galápago "curiosón". Foto: César María Aguilar Gómez.
Los pequeños regatos y charcas también tenían su interés. Con el coche nos tocó atravesar muchos de ellos por badenes. En unos veíamos un avemartillo (Scopus umbretta) acechando en la corriente y en otros un martín pescador malaquita (Alcedo cristata) que aguardaba con la mirada puesta en una poza. Siempre sorpresas. Pero en una de charcas hubo unos galápagos que nos dejaron realmente descolocados. Los habíamos visto desde lejos en otros lugares soleándose sobre rocas y los imaginábamos tímidos como es habitual. Sin embargo, fue parar y enseguida vinieron hasta la misma orilla donde estábamos, curioseando o más bien suplicando comida. ¡Insólito!




  Hippopotamus amphibius. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Pero el habitante estrella de ríos, pozas e incluso pequeños regatos, fue el hipopótamo (Hippopotamus amphibius). Son animales muy sociables y solíamos verlos en grupos. Desde cualquiera de los hides, junto a los puntos de agua, veías unos ojos, narices y orejillas emergidas sobre la superficie del agua y ahí los detectabas. Cada poco, los grupos se revolvían mostrando las jerarquías, ya fueran adultos en serio o jóvenes jugando. Desde la comodidad del asiento del hide, o desde el propio coche, esperábamos alguno de los ataques de furia frecuentes que nos diera una buena secuencia de fotos en acción. Y lo conseguimos.

viernes, 24 de mayo de 2013

Sudáfrica 6 (2012) Kruger 5, Jirafas y otros mamíferos

Jirafa (Giraffa camelopardalis). César Mª Aguilar
El primer día que vimos una jirafa (Giraffa camelopardalis) en el Kruger, me pilló por sorpresa. Con su tamaño yo imaginaba que las veríamos de lejos, asomando la cabeza por encima del arbolado, pero qué va! Apareció de repente, tras una curva de la pista dentro del bosque que recorríamos. Estaba tumbada apaciblemente, ya imaginaba su gran tamaño, pero al verla ponerse en pie pensé que aquello desafiaba cualquier medida de la proporción de un animal. Las jirafas tienen un andar desgarbado que fascina. Sobre sus enormes patas deben sentirse completamente inexpugnables para cualquier depredador. Para mí, desde luego, su forma no puede ser más original e impactante y pocas fotos hacen justicia de la sensación que trasmite verlas frente a ti.



Facóquero (Phacochoerus africanus). C. Aguilar
Otros animales con los que crees que no estás viendo un representante de la fauna actual, sino uno de hace miles de años, son los facóqueros (Phacochoerus africanus) y los rinocerontes. Sudáfrica alberga el 90% de los rinocerontes blancos y negros que quedan en el planeta debido a los esfuerzos que han hecho por recuperarlos en los numerosos parques y reservas del país. Allí el  rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) pasó de estar casi extinto, a tener una población actual de unos 20.000 ejemplares, aunque el furtivismo en los últimos años se ha incrementado de manera exponencial por la mayor demanda de cuernos en el mercado negro asiático.




Rino blanco (Ceratotherium simum) C. Aguilar
Al principio nos costó varios días ver rinocerontes, ya que el norte del parque no es la zona más adecuada. Luego en el centro y en el sur del Kruger fue más fácil, pero aún así uno no llega a acostumbrarse a esas moles acorazadas con aspecto de dinosaurios. Si bien los rinocerontes blancos se mostraban relativamente confiados, no sucedía lo mismo con el rinoceronte negro (Diceros bicornis). Esa otra especie es bastante más escasas y tímida, nosotros tuvimos una preciosa observación de dos ejemplares con toda la adrenalina de un acecho cinegético, pero con las fotos como único trofeo. A varios cientos de metros, entre los claros de unas lomas boscosas, José identificó unos rinocerontes raros y más esquivos de lo habitual.




Rinocerontes negros (Diceros bicornis) C. Aguilar
Su comportamiento los llevaba a caminar fuera de nuestra vista siempre que podían. Al cabo de un rato de seguir sus desplazamientos a prismático, y recorriendo las pistas en coche, llegamos a intuir un lugar por el que debían pasar. Nos dirigimos allí a la espera y, como recompensa, tuvimos una muy buena observación de los animales cruzando el lugar. Un poco más y se nos escapan de la vista. Otros animales de los que aún no he comentado nada y que siempre tenemos asociados a África son los primates. En el Kruger se suelen ver solo dos especies diurnas, ambas están ampliamente distribuidas y son el mono verde (Cercopithecus aethiops) y el papión negro (Papio ursinus). 




Papión negro (Papio ursinus) con cría. C. Aguilar
El comportamiento de esos dos primates cambia enormemente según donde los observes. En el norte del parque, donde hay menos turismo, los animales se muestran en general más tímidos y desconfiados. En el centro, en los alrededores de Satara, los grupos de babuinos no tenían ningún reparo en estar tirados con sus crías en medio de la carretera. Muy distinto era en Pafuri, al norte, donde en cuanto parabas a fotografiarlos salían caminando. Luego estaban los ejemplares de las áreas de picnic donde podían volverse hasta agresivos para robar comida. En un lugar vimos a un grupo como acechaba sobre las mesas de los turistas con un descaro enorme. Solían elegir grupos de gente poco numerosos, una pareja, alguien solitario, vamos ¡que tenían una escuela!


sábado, 18 de mayo de 2013

Sudáfrica 5 (2012) Kruger 4, Fauna “esteparia”

Alcaraván del Cabo (Burhinus capensis). C. Aguilar
El paisaje del Kruger es bastante más boscoso de lo que yo había imaginado, pero tampoco es homogéneo. Los fuegos naturales modelan la estructura del paisaje abriendo claros que facilitan los pastos. Aun así, en todo el recorrido solo vimos un lugar donde había restos de un incendio de la temporada anterior. Aprovechando ese hábitat pudimos ver un alcaraván de El Cabo (Burhinus capensis) que recorría un ambiente más a su medida. En todo caso no suelen ser pastos muy extensos, a menudo son parches herbáceos intercalados en un paisaje donde domina la cobertura de matorrales o de arbolado disperso. Sin embargo es lo suficiente para que algunas especies de aves que nosotros teníamos por “esteparias”, o al menos de amplios medios abiertos, prosperen.




Avutarda kori (Ardetis kori) apeonando. C. Aguilar
De primeras sorprende encontrarse con una preciosa avutarda kori (Ardeotis kori) caminando majestuosa entre parches abiertos en el arbolado. No parece que ese sea su hábitat más óptimo, pero en realidad nos acercamos a muchas especies con los prejuicios que traemos de otras aves similares de nuestras latitudes o por la imagen que nos formamos en los documentales. Tampoco habríamos dicho que esos herbazales altos entre el arbolado fueran el lugar para sisones, y por allí vimos cantando a los sisones moñudos (Lophotis ruficrista) y ventrinegros (Lissotis melanogaster) con una confianza que sí nos recordaban a nuestros sisones ibéricos, cuando los ves desde un coche.




Tremenda avestruz (Struthio camelus) C. Aguilar
Un ave espectacular que tampoco habría imaginado caminado por allí fue el avestruz (Struthio camelus), una especie que me pareció que tenía un tamaño descomunal. No visito habitualmente zoológicos ni instalaciones similares, de modo que de algunas especies emblemáticas no tengo referencias reales hasta que consigo verlas en su hábitat natural, aunque para mucha otra gente puedan ser familiares en un zoo. Y ese fue el caso del avestruz para el que fotos y documentales no permiten hacerte una idea cabal de su corpulencia, o al menos así me ocurrió a mí. Siguiendo con estas aves de medios abiertos, conduciendo lentos por una pista en una ocasión estuvimos a punto de atropellar a unas gangas bicintas (Pterocles bicinctus). 



Ganga bicinta (Pterocles bicintus). César Mª Aguilar
Fue una situación cuando menos insólita pues las gangas que tenemos en la península Ibérica, son de los bichos más esquivos que hay y se ven casi siempre a larga distancia. Tan centrados íbamos en buscar animales en los claros a ambos lados de la pista, que  no advertimos que varias gangas estaban echadas en suelo en el propio camino y no tenían ninguna intención de moverse de allí. Incluso aunque pasáramos por encima con el coche. Afortunadamente Héctor, que iba más atento a la conducción, las vio en el último momento y frenó en seco. Como si no fuera con ellas salieron andando tranquilamente hacia la cuneta de entre los bajos del coche, vaya susto y ... ¡vaya fotos!

viernes, 10 de mayo de 2013

Sudáfrica 4 (2012) Kruger 3, Elefantes y calaos

Manada en el sur con buenos pastos. C. Aguilar
Uno de los animales más "famosos" de la fauna africana es el elefante, y no por saber que lo vas a ver deja de sorprenderte la primera vez que lo encuentras. Vimos uno nada más cruzar la puerta de Punda María en el norte, un ejemplar rugoso, imponente, con los flancos manchados con tierra roja de recostarse en el suelo. Con su trompa iba zarandeando las ramas de los árboles y descortezándolos sin ningún miramiento. Así, entendíamos mejor la forma de muchos de los árboles del mopane arbustivo que veíamos rotos y tronchados en algunas zonas del parque. También “segaba” manojos de hierba con su trompa con la eficacia de una guadaña.





Elefante sacando agua del suelo en el norte. C. Aguilar
Una de las mejoras típicas en los parques con periodos secos acentuados es la creación de puntos de agua. En el Kruger solíamos ver pequeños molinos de viento asociados a bombas de aguas que sacaban agua del subsuelo y la almacenaban en tanques de cemento. Ese agua iba manando poco a poco a un abrevadero al que acudía la fauna en épocas secas. En la zona norte, la más seca, los elefantes habían descubierto que era mejor succionar directamente del tanque, en realidad solo ellos podían hacerlo. También vimos a los elefantes escarbando con su trompa en el lecho seco de los ríos hasta dar con el nivel freático, una imagen sorprendente.





Matriarca con su grupo advirtiéndonos. C. Aguilar
Lo cierto es que los elefantes no son escasos en el Kruger, el último censo arrojó una cifra 13.750 individuos en 2010-11 así que no eran difíciles de ver. A parte de ejemplares solitarios, solíamos encontrar manadas de hembras con crías. Estos animales son más peligrosos de lo que uno pueda pensar y aunque la mayoría de las veces se muestran apacibles, en los campamentos te dejan bien claro que mantengas las distancias. Lo normal es que se dejen acercar mucho, pero si el animal da indicios, aun sean mínimos, de estar receloso hay que evitar invadir su espacio. Lo comprobamos en varias ocasiones, especialmente una vez que una manada iba a cruzar la pista.





Advertencia de pelibro en campamento. C. Aguilar
Llevábamos vistos bastantes elefantes y ante ese grupo intentamos adelantarlos antes de que cruzaran la pista. En ese momento, la matriarca se puso en medio y nos advirtió con su actitud de que debíamos esperar. Entendimos el mensaje y lo respetamos, pero una semana más tarde en otro parque nacional, en Infolozi, la hembra de un grupo que se había asustado por un grupo a pie con un ranger, nos cargó sin apenas percatarnos hasta tenerla corriendo frente a nosotros. Afortunadamente, los rápidos reflejos de Javier al volante conduciendo a toda velocidad marcha atrás, nos libraron de un percance. A veces a otra gente no le ha ido tan bien, hay quien comente una imprudencia y no lo ve venir. 




Calao (Bucorvus leadbeateri). César Mª Aguilar
Otros “damnificados” de los elefante en el Kruger son los calaos terrestres (Bucorvus leadbeateri), un ave espectacular que en Sudáfrica está en regresión con solo 1500-2000 ejemplares. Pudimos ver varios grupos en distintos lugares, pero se calcula que en el Kruger no hay más de 150 grupos formados de normal por 2-8 ejemplares con una hembra dominante. La alta densidad de elefantes y sus daños al arbolado parece que están reduciendo la disponibilidad de árboles viejos con huecos que necesitan los calaos para criar. Esta especie es sorprendentemente longeva, pudiendo vivir 50-60 años. Los grupos que vimos se mostraron muy confiados, experiencia “vital” no les faltaría con esa larga longevidad.

viernes, 3 de mayo de 2013

Sudáfrica 3 (2012) Kruger 2, Impalas a miles, ruanos a decenas

Francolín (Francolinus sephaena). César Mª Aguilar
Entre los campamentos de Punda María, en el norte del parque, y Letaba en el centro, no hay más de 180 Km. Sin embargo, nos llevó dos días recorrer esa distancia. Lo hicimos con una noche en el campamento intermedio de Shingwedzi y es que el parque no es como para ir con prisas. De ahí seguimos bajando haciendo 5 noches más en Letaba, Satara, Skukuza, Lower Sabie y Berg-en-Dal, 330 km más por la carretera principal. Pero el gusto del Kruger es “perderse” por las pistas secundarias con las expectativas de que en cualquier sitio puede aparecer algo inesperado, de modo que hacer un recorrido así lleva varios días. De norte a sur hay un gradiente de humedad que pudimos ver muy bien a finales de octubre cuando acababa de comenzar la época de lluvias.



Vistas desde el cerro Dzundzwini. César Aguilar
Mientras en el norte los pastos y ríos estaban aún secos, a medida que bajábamos todo comenzaba a reverdecer y, aunque era pronto para ver caudales altos, ya había más agua en los ríos del sur. En el suelo seco del norte, y rebuscando entre los excrementos de elefantes, era muy común observar varias especies de francolines. Ahí estaban el francolín capirotado (Francolinus sephaena), el de Natal (Francolinus natalensis) y el de Swainson (Francolinus swainsonii). En cuanto a mamíferos, el más común en cualquier recorrido por el Kruger es sin lugar a dudas el impala (Aepyceros melampus). Lo más habitual era ver un macho con su harén de hembras o grupos de jóvenes.


 
Macho de impala con su extenso haren. C. Aguilar
Su número es descomunal, según los gestores del parque en 2010-11 se estimó que había entre 132.300 y 176.400 impalas ¡casi nada!. ¿Y cómo es posible un rango tan amplio? pues solo hay que imaginarse en la tesitura de tener que censar un territorio de unos de 20.000 km2 que es lo que tiene el Kruger. Para los oriundos del valle del Ebro como yo, que todo lo comparamos con nuestra superficie “de cabecera” (La Rioja), los gestores del Kruger tienen el desafío de decir cuantos bichos hay en nada menos que un territorio boscoso del tamaño de 4 “Riojas” ¡vaya marrón! El siguiente mamífero más abundante por allí es el búfalo (Syncerus caffer) aunque en un número 3-4 veces menor que impalas,  37.130 en el último censo.



  Ruanos (Hippotragus equinus). César Mª Aguilar
En orden de importancia están las cebras (Equus quagga), 23.700-35.300, y luego los kudus (Tragelaphus strepsiceros), 23.700-35.300. Pero hay otras especies que son muchísimo más escasas como sucede con algunos antílopes y por ello están más “cotizados”.  Pensábamos que ese era el caso de los nialas (Tragelaphus angasii), así nos lo había advertido José, pero al menos en la zona norte eran sencillos de ver  aunque no numerosos. Algo llevado al extremo eran los ruanos (Hippotragus equinus) unos antílopes muy escasos que pudimos ver en un pequeño grupo y que según los censos del 2010-11 no debiera haber más de 90 ejemplares. Si estaban en lo cierto lo nuestro fue toda una suerte.



Mangosta esbelta (Galerella sanguinea). C. Aguilar
Los primeros días también pudimos dar con un par de especies de mangostas de lo más confiadas. Mi experiencia en Sri Lanka viendo mangostas y con los meloncillos en el sur de España es que estos animales siempre pasan en un visto y no visto, a toda velocidad, con su rápido caminar pegados al suelo. Así que encontrar en varios lugares del Kruger grupos de juguetonas y curiosas mangostas enanas (Helogale parvula) y esbeltas (Galerella sanguinea) fue un placer. Hasta pudimos sacar buenas fotos, algo que se me hacía raro.


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