jueves, 25 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 3

Conservar lo que nos queda

  Foto 11   Autor: Diego Benavides
Lejos de tomarse conciencia de la desaparición de las zonas esteparias riojanas, no sólo por lo que supone de pérdida de valores naturales sino también sociales y culturales, la sociedad riojana en general y las diversas administraciones públicas en particular, continúan permitiendo agresiones a estos espacios (nuevos regadíos, concentraciones parcelarias, roturaciones, polígonos industriales, parques eólicos, carreteras, circuitos de alta velocidad, etc.), no tardando en consecuencia muchos años para ver el final de este hábitat natural y tradicional riojano. La sociedad riojana y sus administradores, los gestores del territorio y del medio ambiente riojano, debieran tomar conciencia de la necesidad de conservar los reductos más importantes de los espacios esteparios que nos quedan. 


Foto 11. Mosaico de barbechos y cultivos de secano



  Foto 12   Autor: Diego Benavides
En La Rioja estaríamos hablando de unas pocas zonas agrícolas de baja productividad en La Rioja Media y Baja, de gran interés especialmente para la conservación de las aves esteparias. Estas zonas vendrían a coincidir con los terrenos de “La Rad de Murillo” y “Barbarés” entre Murillo de Río Leza y Galilea, el área de “Viloria”, entre Ribafrecha, Ventas Blancas y Murillo de Río Leza, los terrenos de “Campo Viejo” y “La Maja” entre El Villar de Arnedo, Pradejón y Arnedo, y las planas en torno a la A-68 y la LR-358 en Alfaro, en los parajes de “Rigüelo” y “Portil de Lobos”. La protección de estos medios es viable y para conservar, al menos los lugares más valiosos, bastaría con incluir los indicados bajo alguna figura efectiva de protección del territorio. 


Foto 12. El mochuelo un ave ligada a medios agrícolas cada vez más escaso.


  Foto 13   Autor: César María Aguilar Gómez.
En estas zonas se apoyarían los aprovechamientos tradicionales actuales y se frenarían las amenazas de infraestructuras impactantes y nuevos regadíos. Con relación a las especies de aves de mayor interés y amenaza, sería necesario además ampliar el catálogo regional de especies amenazadas, incluyendo en el mismo al cernícalo primilla, la ganga ibérica, la ganga ortega y la terrera marismeña, lo que llevaría consigo dotarlas de los preceptivos planes de recuperación. Hasta ahora la administración ha emprendido algunas iniciativas con especies concretas de aves esteparias pero ello no ha impedido la rápida transformación de este hábitat en los últimos años.




Foto 13. Variedad de usos agrícolas en zonas de secano


  Foto 14   Autor: Ignacio Gámez
Otras medidas complementarias, pero igual de importantes, serían una mayor difusión y fomento entre los agricultores y ganaderos riojanos de medidas agroambientales apreciables y eficaces, y la compra por la Administración de unas pocas parcelas de terrenos incultos para impedir su roturación. Esto contribuiría decisivamente a mantener la diversidad del hábitat y favorecería la conservación de algunas de las especies más amenazadas. Los medios esteparios riojanos se encuentran en un punto en el que, de no mediar actuaciones para su conservación, pronto dejarán de albergar la biodiversidad que les caracteriza. Sacarlos del olvido dependerá de que los valoremos como se merecen y pasen a ser paisajes a conservar en vez de paisajes a transformar.

Foto 14. Cernícalo primilla, especie con el hábitat cada vez más limitado en La Rioja

jueves, 18 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 2

Un ecosistema acorralado por la transformación del medio rural
 

  Foto 7   Autor: César María Aguilar Gómez.
Si bien las zonas esteparizadas aparecieron ya en el Neolítico y permanecieron casi inalteradas hasta el pasado s. XIX, los enormes cambios que han tenido lugar posteriormente en España, sobre todo durante la segunda mitad del s. XX, han dado lugar a una enorme transformación del campo. El aumento de la población, el desarrollo industrial, el crecimiento de las ciudades, la creación de grandes infraestructuras viarias y sobre todo los cambios de usos agrarios (concentraciones parcelarias, regadíos, cambios de cultivos, declive de la ganadería ovina extensiva, abandono de edificaciones rurales aisladas, uso masivo de fertilizantes y pesticidas, etc.) han producido un gran declive que ha afectado a las zonas esteparias y a sus elementos asociados, la fauna y la flora silvestres.


Foto 7. Barbechos y cereales en Murillo de Río Leza



  Foto 8   Autor: César María Aguilar Gómez.
A este deterioro progresivo de los cultivos tradicionales de secano hay que añadir más recientemente, una política agraria no sólo local, regional o estatal, sino también comunitaria o global, en la que impera la más agresiva productividad, las multinacionales, las subvenciones y una actitud de enfrentamiento directo con el medio ambiente. Es por ello que hoy nos encontramos ante una situación en la que las zonas esteparias desaparecen año tras año irremisiblemente. Aquel paisaje agropastoral tradicional riojano, propio de gran parte de nuestro valle del Ebro, ha sido transformado en inmensas extensiones de cebadas y trigos, estériles ambientalmente, cultivadas mayoritariamente en razón a las subvenciones comunitarias. 


Foto 8. Transformación a monocultivo de viñas en estepas de Alfaro


  Foto 9   Autor: César María Aguilar Gómez.
Hoy una parte de los secanos tradicionales se están transformando en extensos monocultivos de olivos y viñas merced al riego por goteo. Los escasos reductos relativamente bien conservados de zonas esteparias que nos quedan son ahora, en razón al olvido y a la ignorancia, lugares de implantación de áreas industriales, infraestructuras diversas, vertederos, etc. El punto al que hemos llegado supera al de una agresión puntual aquí o allá, estamos hablando de un conjunto de inercias que, de seguir así, nos llevarán en breve a una transformación de estos medios con la consiguiente pérdida de biodiversidad. 

Foto 9. El aumento de la superficie de viñedo es una de las principales causas de la regresión de las estepas riojanas.


  Foto 10   Autor: Diego Benavides
De hecho la fauna asociada a este hábitat natural ya ha experimentado un enorme declive en los últimos tiempos especialmente visible en el grupo de las aves. Determinadas especies esteparias llegaron a extinguirse en La Rioja no hace tanto tiempo (avutarda y cernícalo primilla), otras hoy apenas si se llegan a una docena de parejas (sisón, ganga ibérica y terrera marismeña), y las restantes han sufrido una disminución poblacional de entre un 15 y un 50 por ciento tan sólo en los últimos 15 años.



Foto 10. La población de ortega ha sufrido un rápido declive.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 1

Las tres entradas con este título pertenecen a un artículo que publiqué con Ignacio Gámez en octubre de 2005 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 18. Pese al tiempo transcurrido creo que aún refleja una situación actual y, como los otros artículos que he publicado en esa revista, cuelgo ahora este también en el blog. El texto está tal y como apareció allí, en cuanto a las fotos están las del artículo más alguna adicional.

  Foto 1    Autor: Eduardo Ayala
Actualmente la conservación y la protección legal de la naturaleza a nivel nacional y regional han puesto sus ojos prioritariamente en aquellos elementos y espacios menos alterados como son las zonas de montaña, los roquedos o los bosques. Sin embargo existen otros hábitats como los medios esteparios, fruto de la evolución natural del medio con los usos tradicionales del hombre, que han sufrido un gran abandono de la políticas conservacionistas. 

Foto 1. El alcaraván cría en el suelo de barbechos y terrenos incultos de las zonas esteparias, un medio que la intesificación de los secanos tradicionales hace desaparecer.





  Foto 2   Autor: César María Aguilar Gómez.
Un paisaje cercano pero desconocido

Estamos acostumbrados a relacionar la biodiversidad con paisajes agrestes de la naturaleza, imágenes de lugares que, a nuestros ojos urbanos, han de ser muy distintos del ambiente humanizado que nos es más próximo. Es por ello que a cualquiera que se le pretenda convencer de los valores naturales que atesoran paisajes tan distintos de este estereotipo, como son los medios esteparios, reaccione de primeras con extrañeza. A buena parte de la gente le sorprenderá que puedan albergar algún valor natural destacable y los más los asociarán con secarrales carentes de vida. Nada más lejos de la realidad.



Foto 2. Vegetación espontánea en la zona esteparia de La Maja (El Villar de Arnedo) con matas de albardín, sisallo y ontina.
  

  Foto 3   Autor: César María Aguilar Gómez.
Las zonas esteparias o esteparizadas, pertenecen a ese tipo de hábitats originados por la propia evolución natural de manera pareja a las actividades humanas a lo largo de siglos. En ellas los usos históricos por parte del hombre, las actividades humanas tradicionales ejercidas generación tras generación, la implantación de una cultura social y económica a partir de esa ocupación, etc., han dado lugar a espacios naturales antropizados en los que se ha desarrollado una variada fauna y flora características, con origen en hábitats naturales similares. Estos medios, propios de climas mediterráneos y semiáridos, en La Rioja están caracterizados por cultivos herbáceos extensivos de secano, tanto de cereales  (trigo, cebada, avena, etc.) como de leguminosas forrajeras (veza, guisante, alfalfa, etc.).


Foto 3. Albardín (Ligeum spartium).


  Foto 4   Autor: Diego Benavides
En ellos alternan barbechos cubiertos de una variadísima vegetación arvense y “perdidos” ocupados por pastizales, tomillares o saladares, dependiendo de las características de cada suelo. Esta conjunción de elementos aparece en un paisaje de escaso relieve en mosaico, con líneas de matorral entre fincas y la presencia aquí y allá de parcelas de viñas, cultivos arbóreos de secano (almendro y olivo), corrales y caseríos, balsas, “yasas”, vías pecuarias, lentos arroyos y áreas forestales (encinares y tamarizales). Un paisaje recorrido por rebaños de ganadería extensiva (ovejas) que aprovechan los rastrojos, eriales y linderos de fincas.

Foto 4. Barbechos de gran interés para el sisón


  Foto 5   Autor: Diego Benavides
Una flora y fauna únicas en el contexto europeo

En estos espacios naturales humanizados, con elementos de semejanza con hábitats puramente naturales, también de llanuras y de tipo semiárido, como las estepas puras, las sabanas o los semidesiertos, se desarrolló una flora y fauna propias de gran singularidad. Estas alcanzaron aquí incluso mayor esplendor que en los hábitats naturales de origen. Así, la aparente monotonía que se le podría suponer a este paisaje, se rompe al acercanos al mosaico de eriales, zonas incultas y enclaves salitrosos que quedan entre los cultivos y donde encontramos un buen número de plantas adaptadas a estas difíciles condiciones que imponen los suelos y el clima de la depresión del Ebro. 

Foto 5. Macho de sisón en la zona esteparia de La Maja.


  Foto 6   Autor: Eduardo Ayala
Dentro de la fauna vertebrada encontramos especies propias de estas zonas como la liebre mediterránea o la lagartija colirroja, pero es sobre todo en las aves en las que se hace más patente la singularidad de los medios esteparios. Especies como el aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el sisón, el alcaraván, la ganga ibérica, la ganga ortega, la terrera común o la terrera marismeña están presentes como reproductoras en las estepas riojanas. Hay que tener en cuenta que éstas y otras aves esteparias, en la mayor parte de los casos, sólo están presentes dentro del ámbito europeo en la península Ibérica y su declive es el más acusado de los que sufre la avifauna europea. Es por ello que tenemos una enorme responsabilidad en su conservación y su situación es una cuestión que preocupa en términos de biodiversidad a la Unión Europea.

Foto 6. Bebedero de gangas ibéricas, especie con una pequeña población nidificante en el extremo oriental del Valle del Ebro, con grave peligro de desaparición por los planes de regadío.

martes, 2 de diciembre de 2014

Francia 2 (2014) Pinares y riberas del río Contis


Pinares con madroños. César María Aguilar Gómez.
La región de Las Landas es una enorme extensión de pino resinero (Pinus pinaster). Ese era el bosque sobre el que asomaba el singular faro de Contis. En el caso de los pinares, a veces es difícil determinar cual es su distribución natural. El hombre han contribuido desde antiguo a extender algunos bosques, a través del cultivo, y a reducir otros que le resultaban menos útiles. Parece que el pino resinero en Las Landas sí es autóctono pero, su extensión actual, se ha visto muy incrementada por el hombre. Tiempo atrás fue favorecido por su resina pero, hoy en día, la mayoría de los pinares son cultivos forestales que alimentan una potente industria local de la madera.



Especies de flora con frutos. César María Aguilar Gómez
No obstante, siembre hay zonas del pinar que están más naturalizadas. Esas zonas con menor intervención son las que tienen un mayor atractivo. Era el caso del entorno del faro de Contis y su colorido sotobosque de madroños (Arbutus unedo), brezos (Erica cinerea) y tojos (Ulex sp). Paseando y viendo algunas de las típicas aves forestales como páridos, palomas torcaces o arrendajos, llegué a la orilla de un río, el llamado también Contis. La vegetación cambió. Allí se refugiaban unas cuantas especies de ribera como alisos (Alnus glutinosa) o avellanos (Corylus avellana), pero también árboles a los que la silvicultura del pinar ha relegado a un lugar marginal.





Roble atlántico Quercus robur César María Aguilar Gómez
Entre ese arbolado, que probablemente ocupó mayores extensiones en la región, estaban los grandes robles atlánticos (Quercus robur), los alcornorques (Quercus suber) y una especie naturalizada desde antiguo como es el castaño (Castanea sativa). El sotobosque de la zona era singular, una mezcla de especies de influencia mediterránea y atlántica. Por allí estaba el rusco (Ruscus aculeatus), con sus frutos rojos creciendo sobre lo que aparentan ser hojas, en realidad tallos modificados con esa forma. También matas de acebo (Ilex aquifolium) y, trepando por la frondosidad de la ribera, hiedras (Hedera helix) y vides silvestres (Vitis sylvestris) con los colores rojos y amarillos del otoño.



Mapa S. XVIII (Cassini), marismas, pinares y lago. 
La pequeña ribera del Contis era francamente diversa y, al cabo de caminarla un rato, una señalización junto a una carretera me indicó su singularidad. El lugar forma parte de un espacio Red Natura 2000 que da cabida a las zonas húmedas del antiguo lago de Lit et Mixe, un lago colmatado entre pinares que drena este río. Parece que ese hábitat lacustre original de dunas ha tenido una gran regresión en Las Landas. Tanta selvicultura de pinares ha arrinconado y transformado los humedales y lagunas que se formaban en los cordones dunares. Muchos de los drenajes hechos para la explotación del territorio han simplificado el paisaje y su diversidad.




 Izquierda: Mano y pie de Coipú (Myocastor coipus)
 Derecha: huellas de Nutria (Lutra lutra)
En cuanto a la fauna, el espacio natural incluye especies de interés comunitario como el galápago europeo (Emys orbicularis) y el visón europeo (Mustela lutreola). Ya que he trabajado con ambas especies me acerqué hasta el pequeño estuario para echar un breve vistazo por las orillas. Ni rastro. Pero lo que sí vi en aquellos lodos fueron huellas de otras dos especies de mamíferos, una invasora y otra autóctona. Las primeras eran de coipú (Myocastor coipus), un roedor sudamericano que ha invadido gran parte del sur de Francia. Las otras eran de nutria (Lutra lutra), una especie que se ha recuperado muy bien en las últimas décadas. Las fotos son bastante precarias pero testimoniales.


Baccharis halimifolia florida. César María Aguilar Gómez.
Sin embargo no era la única especie invasora. Otra de las especies que causan grandes transformaciones en los estuarios costeros del norte de España y Francia estaba allí, Baccharis halimifolia, un arbusto con inflorescencias que dan ramilletes de aspecto plumoso. Una planta bonita pero con un gran potencial invasor cuya erradicación a gran escala se ha empezado a probar en humedales costeros como las marismas de Urdaibai en el País Vasco. En fin, todo esto fue lo que dieron de sí varios paseos accidentales alrededor de un destino de playa improvisado en Las Landas. El mundo está lleno de zonas naturales interesantes y ¡hay tanto de lo que aprender!

martes, 25 de noviembre de 2014

Francia 1 (2014) Faro de Contis y olas en Las Landas

Faro de Contis  Foto: César María Aguilar Gómez.
Unos días de buen tiempo, a finales de septiembre, fueron la excusa para acercarnos Iratxe y yo a la costa de Las Landas en el sur de Francia. Arenales expuestos al Atlántico, flora dunar agostada y costas cubiertas de grandes extensiones de pinos resineros (Pinus pinaster). 

Viajar en furgoneta permite cierta improvisación y también hallazgos inesperados. Tras un par de horas de conducción por Francia, pero ya cansados de transitar por autopistas, dejamos la vía rápida en un lugar cualquiera buscando la costa.  Al cabo de media hora apareció Contis. Un pueblo agradable, diminuto pero culturalmente activo… ¡una pequeña sala de cine y cuatro películas al día!, qué ya es decir para una población de veraneantes y residentes.  Y junto a la población un precioso faro.  





Cúpula restaurada del faro. César María Aguilar Gómez.
Al parecer, y sin nosotros saberlo, dimos con el único faro que hay en toda la costa de Las Landas. Un faro singular para un litoral arenoso, con una torre pintada en espiral que parece salida de la ilustración de un libro de Julio Verne. El faro de Contis se construyó en 1863 y hoy en día está declarado patrimonio histórico. A mediados del siglo XIX Francia se propuso reforzar su poderío naval comercial y militar, y para ello se puso a construir faros en toda la costa Atlántica. La mayoría de aquellos faros se situaron en las zonas más accidentadas de la costa, las rompientes rocosas de La Bretaña donde el mal tiempo hace más probables los naufragios. El faro de Contis es una excepción.



Buscando las olas de Las Landas. Foto: I. Gonzalez
La costa aquí no es abrupta pero las corrientes y sus bancos de arena han hecho encallar a más de un navío en sus playas.  El lugar donde se asienta es también singular, en lo alto de una duna y rodeado de un “mar” de pinares a casi un kilómetro tierra adentro. La primera impresión es que ese no es un sitio para un faro. Sin embargo, su construcción más próxima al mar hubiera sido arriesgada, las dunas allí son móviles e inestables así que tuvieron hacerlo tierra adentro, sobre una duna estabilizada por el pinar y con un zócalo de piedras ferruginosas. Todo para elevarlo apenas 12 metros sobre el nivel del mar, suficiente según dicen para que se vea a unos 40 kilómetros. Eso ahora, pues en épocas pasadas la intensidad de su luz permitía que se viera casi al doble de esa distancia.



Surfeando con cara de velocidad. Foto: I. Gonzalez
La luminaria del faro funcionó con aceite de colza, con aceite de ballena y con petróleo antes de ser sustituida por una luz eléctrica. El faro está parcialmente reconstruido ya que durante la Segunda Guerra Mundial su torre de 38 metros fue objetivo de la armada alemana. Lo cierto es que Contis y el faro fueron hallazgos inesperados, de esos que se disfrutan más por la sorpresa. Un faro que tuteló nuestras horas de playa en Las Landas, de reposo en el caso de Iratxe y de agitación en el mío. Como no puedo estarme mucho rato quieto en la playa, esta vez me uní a los locales en la búsqueda de las olas del Atlántico con una tabla de bodyboard, el hermano pequeño del surf. 

 


Atardecer playas de Contis. César María Aguilar Gómez.
Las costas de Las Landas están llenas de surfistas, un deporte que se introdujo en esta zona con la llegada de jóvenes que huían de los Estados Unidos del reclutamiento obligatorio de Vietnam. Transcurrido un año prescribía el delito de prófugos del ejército y podían regresar a su país sin tener que ir a morir a Vietnam. En ese tiempo estos chavales vagabundeaban con sus furgonetas y tablas por las costas de Europa, especialmente por las de Francia.  Ocio barato y vida austera, olas y vida de furgoneta. Para mí, este ha sido mi primer acercamiento a las olas y, como ha sido de forma autodidacta, no podía aspirar a más que la tabla pequeña, el bodyboard. Eso sí, mientras esperaba la llegada de alguna buena ola no quitaba ojo a algunos de los alcatraces (Morus bassanus) que en esa época migran por la costa y se zambullían en impresionantes picados.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Las náyades del río Ebro


Anodonta izqa, Potomida dcha arriba, Unio abajo
Por enésima vez he vuelto a revisar caparazones de náyades depositadas en las orillas del río Ebro y nuevamente solo he hallado las tres especies habituales: Potomida littoralis, Unio mancus y Anodonta anatina. No pierdo la esperanza de poder encontrar Margaritifera auricularia, el amenazado bivalvo del río Ebro que a día de hoy solo se encuentra en unas pocas localidades de la cuenca. Las náyades del Ebro son unas grandes desconocidas entre la gente, muchos se sorprenden al saber que forman parte nuestra fauna autóctona, su vida bajo el agua no facilita su visibilidad. El nombre de náyades les viene de las ninfas que guardaban las corrientes de agua en la mitología griega. En el tramo riojano del Ebro se han encontrado tres especies autóctonas.

Hábitat en el Ebro con 3 náyades. C.M. Aguilar Gómez.
La más grande de nuestras náyades puede llegar a unos 20 cm que ya es un tamaño bastante considerable, y se trata de Anodonta. Se la denominó inicialmente A. cygnea aunque tras una revisión reciente se ha catalogado como Anodonta anatina. Se trata de una náyade de concha frágil cuando está seca, así que en los aluviones del río lo habitual es encontrarla rota o agrietada. Por esa parte no se confunde con una Margaritifera auricularia que es compacta. En cuanto a los dientes de la charnela, algo característico en la identificación, Anodonta no los tiene, tal y como sugiere la traducción del género en latín “sin dientes”. Las náyades viven enterradas en los fondos del río, especialmente en tramos con limo donde viven de filtrar agua.



Unio mancus y náyade fósil "relleno" C.M. Aguilar Gómez
Desde el punto de vista evolutivo son especies muy antiguas con origen en el Devónico (más de 300 millones de años) de acuerdo al registro fósil. Uno de los fósiles que guardo y que hallé en un recorrido en Ciudad Real, es del contenido de una náyade con una pátina de óxido rojo y un sorprendente parecido a las náyades actuales. El diseño funciona, no ha variado mucho en millones de años. Las otras dos especies habituales en este tramo del Ebro son Potomida littoralis y Unio mancus. La primera es una náyade compacta, con concha densa y un diente cardinal en la charnela derecha con forma piramidal y aserrado. Se trata de una náyade que se conserva bien en los aluviales del Ebro. 



Distribución M.auricularia en artículo Araujo 2009
Unio mancus es la tercera especie autóctona y se caracteriza por unos dientes en la charnela muy alargados. Cada vez que veo asomar alguna concha de náyade de los sedimentos del río albergo esperanzas de encontrar Margaritifera auricularia, una valva que el río pueda haber arrastrado de algún lugar escondido. Y es que al parecer se han hallado conchas viejas en prospecciones realizadas por Rafael Araujo en el Ebro, puntos aislados, y aunque probablemente la especie ya esté extinguida  siempre queda la esperanza. Margaritifera auricularia es importante por que ha desaparecido de gran parte de su área de distribución del Paleártico occidental. A día de hoy solo queda en unas pocas localidades en España y Francia.



Lodos repletos de náyades. César María Aguilar Gómez.
En España se ha encontrado en aguas del Ebro en Aragón, puntualmente en Navarra y también en Cataluña, aunque fundamentalmente en canales de riego como el Canal Imperial de Aragón y el de Tauste. En el cauce principal, que fue su hábitat original, casi ha desaparecido. Por ello hace unos años albergué alguna esperanza de hallarla al encontrar los depósitos de un antiguo dragado de un canal de riego en la localidad riojana de Calahorra. Los lodos sacados estaban repletos de conchas que el paso del tiempo y la lluvia habían limpiado y dejado a la vista. Había cientos de conchas. Buscamos, buscamos y buscamos, pero solo hallamos las tres especies. Habrá que seguir insistiendo aunque parece poco probable que aparezca, y menos ejemplares con vida.

lunes, 10 de noviembre de 2014

El bacalao (Libro)


El bacalao
Biografía del pez que cambió el mundo
Mark Kurlansky
Ediciones Península
ISBN: 84-8307-218-1
(Biblioteca Pública de La Rioja DP-45305) 


Pocas veces una sola especie ha condicionado tanto el curso de la historia. Sin embargo, el pez "maná" que parecía fuente inagotable y que inundó mercados en medio mundo, ha comenzado a dar señales de declive. Las modernas flotas pesqueras están agotando los bancos más productivos. El libro me ha descubierto hasta qué punto la riqueza de los países, los conflictos, las normativas pesqueras o las aventuras y tragedias marinas más épicas, han podido estar tan influidas por tan solo una especie de pez. 





Antes de leer este libro ya intuía que el bacalao no era un pez más. Me encontraba continuas referencias a él en las distintas geografías que he recorrido, ya fuera de forma física o a través de libros y relatos. De forma física en los puertos de Aveiro (Portugal), con sus salinas costeras para su conservación y sus campañas a Terranova, en Paimpol (Francia) donde su museo marítimo documenta los viajes de los bretones a los bancos de Islandia, y también en las Islas Lofoten y Península de Varanger (Noruega) donde había secaderos al aire libre de bacalaos por doquier. Y, sin ir tan lejos, está el hallazgo de los bancos de Terranova por los vascos cuando, ya casi agotada la actividad ballenera en el Cantábrico, exploraron el mar hacia el oeste en busca de más ballenas.   


Y encontraron ballenas allí y enseñaron a las colonias americanas sobre su caza. Pero más importante aún, esos vascos hallaron nuevos bancos de bacalao, los bancos de Terranova un secreto que mantuvieron mientras pudieron. Pero volviendo a la historia del bacalao, su sola presencia fue uno de los desencadenantes de la colonización de Norteamérica, llevó a varias guerras, su salazón alimentó a cantidad de pueblos de interior sin acceso al pescado fresco. Por estas tierras donde vivo el bacalao ha llegado a ser el pescado más típico de nuestra tradición gastronómica, "bacalao a la riojana", y es que durante años pocas más especies llegaban. Pero no solo aquí, en medio mundo. 

Las piezas peor saladas y secadas fueron la alimentación barata de los esclavos del Caribe, sin ese alimento el comercio de azúcar con las Antillas habría seguido otros derroteros. Islandia, en unos pocos años y tras su independencia de Dinamarca, paso de ser una economía de subsistencia más propia del siglo XVI a ser el país de elevado nivel económico que hoy conocemos. Tal ha sido la influencia del bacalao. Estas y muchas otras historias se recogen en este libro, bastante recomendable a mi parecer.

jueves, 23 de octubre de 2014

Capucine Trochet y el viaje del Tara Tari


Barco de yute "Tara Tari". Foto: Blog Capucine
Habitualmente escribo en este blog sobre viajes, lugares o experiencias de naturaleza vividas en primera persona. Luego están algunas reseñas de libros o exposiciones que me apetece compartir. Esta entrada es en cierto modo una excepción. La historia de Capucine Trochet y el viaje del Tara Tari tienen todos los elementos para un buen libro, pero no es un libro es la vida real. Tampoco he tenido relación directa con la historia pero me pasó bien de cerca sin yo saberlo. Cuando oí contar a su protagonista el viaje en el programa de Roge Blasco “Levando anclas” de Radio Euskadi me pareció excepcional y eso que ya he oído y leído muchas historias de viajeros en veleros por el mundo y todas son increíbles.



Visita a Bilbao, Guggenheim.Foto: Blog Capucine
El primer fin de semana del pasado mes septiembre, Iratxe y yo estábamos casualmente por Bilbao y pasamos por la Gran Vía. En un local de esa calle participaba Capucine en la presentación de un documental sobre su viaje en solitario con el velero el Tara Tari.  Había sido invitada al "Sail In Festival" un certamen sobre barcos de vela. De haberlo sabido, hubiera estado genial oír sus relatos de primera mano, en su defecto ahí está la larga entrevista que le hizo Roge Blasco. Capucine Crochet nació en la Bretaña, tierra con gran tradición marinera como pude conocer cuando viajamos por allí en el 2011. Tradición marinera pesquera pero también recreativa, me sorprendió ver todos sus puertos abarrotados de veleros en un lugar donde apenas hay días de cielo azul en la costa. 


Navegando en el Tara Tari. Foto: Blog Capucine
La Bretaña tiene la mayor parte del año un tiempo desapacible y lluvioso. Capucine no era de tradición marinera más bien venía de una familia de montañeros. Aún así tenía la ilusión de navegar y viajar. Capucine padece una enfermedad conocida como el síndrome de Ehlers Danlos que es hereditaria y que afecta a los tejidos de la piel causando fatiga y ruptura de tendones entre otros síntomas. Lejos de limitarse por ello optó por la superación. Tras una estancia de ocho meses ingresada en el hospital del que salió en silla de ruedas, comenzó a poner en marcha su sueño. Había practicado anteriormente la vela pero esta vez quería navegar en solitario y llegar a cruzar el Atlántico.



Reducido interior del barco. Foto: Blog Capucine
Compró un viejo barco originario de Bangladesh que en el puerto llamaban "rubbish" (basura en inglés). Un prototipo de barco extraño construido en yute, una fibra natural muy en deshuso ya que ha sido sustituida en casi todas sus aplicaciones por el plástico. Mientras se rehabilitaba, y bajándose de la silla de ruedas, fue acondicionando poco a poco el barco, hubo de dejar de tomar morfina para el dolor que le medicaban para poder seguir la reparación del barco. Uno de los días llegó a romperse el coxis de un golpe, pero se lo ocultó a su médico ¿cómo explicarle que estaba arreglando un barco con el que iba a cruzar el Atlántico?




Cruzando el oceano Atlántico. Foto: Blog Capucine
Con la rehabilitación del barco su salud fue mejorando y el pequeño tamaño de su embarcación le permitiría hacer casi todas las maniobras sin grandes desplazamientos. Era un barco a su medida. Salió de Marsella y recorrió el Mediterráneo en solitario en invierno, bajó hasta las Canarias y Cabo Verde con una mar terrible, sin GPS, sin motor auxiliar, todo a vela, no tenía dinero para esos artilugios. Con otro tripulante afrontó el cruce del Atlántico y llegó a la isla de La Martinica en las Antillas. Ese fin de semana de septiembre Capucine estaba presentando un documental sobre su navegación en el local de la Gran Vía. Su positivismo y ganas de superación me han llegado, su aventura aún no ha terminado, justo estos días retomado el viaje y espera continuar hacia el Pacífico.

Audio Programa “Levando anclas” Radio Euskadi  28 de septiembre 2014
(00:23:45-01:07:12)


Blog de Capucine Trochet y el viaje del Tara Tari (en francés)

viernes, 10 de octubre de 2014

Transahara 11 (2013-14) Mali, de Mopti a Burkina Faso

Paisajes de carretera, Mali. César María Aguilar Gómez
Habíamos apurado los días en Malí y ya no me quedaba apenas tiempo para visitar  Burkina Faso a donde nos dirigíamos. Los imprevistos de un viaje africano hacen que no puedas ir con el tiempo justo y recorrer cuatro países por tierra, Marruecos, Mauritania, Malí y ahora Burkina Faso en tres semanas. Eso era demasiado. Así, terminamos de embalar todas las compras de artesanía en Mopti y nos dirigimos hacia Bobo-Dioulasso en un par de días de furgoneta. Desandamos parte del tramo recorrido días atrás, compramos telas en la población de San y tuve los dos últimos días de paisaje africano. Entre Mopti y Bobo-Dioulasso más poblados con casas y graneros de barro y grandes baobabs junto a ellos.




Baobabs Adansonia digitata César María Aguilar Gómez
Los baobabs tienen un aspecto curioso, es como si estuvieran plantados del revés con sus raíces al aire, una sensación que se veía acentuada por estar sin hojas debido a la época seca. Pero había algunos de ellos aún más pelados y con ramas más romas, no sabía por qué. Lo pude averiguar en una de esas imágenes de carretera en las que ves la vida cotidiana discurrir junto a las aldeas. Un hombre podaba un baobab, hasta las puntas más altas, con un hacha atada a una larguísima pértiga. Vaya habilidad. Probablemente forraje para el ganado. Otro “tratamiento” que hacían a muchos de esos árboles era quitarles su corteza a tiras a una o dos alturas.
Debido a ello se crean dos nudos horizontales que le dan esa imagen de pata de elefante tan característica.


Abejaruco Merops orientalis César María Aguilar Gómez
Había visto muchos árboles así en otros lugares, pero no lo había relacionado con ese manejo. Y nuevamente siguió el paisaje con mangos, árboles de karité y palmeras dum (Hyphaene thebaica) con sus característicos troncos ramificados. También más aves de la “brousse” como los preciosos abejarucos esmeraldas (Merops orientalis) o los alcaudones piquigualdos (Corvinella corvina). La frontera con Burkina Faso, a diferencia de las anteriores, fue un trámite sencillo. El “país de los hombres honestos” nos recibió amablemente. Esa es la traducción de Burkina Faso el nombre que le dio el malogrado "Che africano" Thomas Sankara cuya vida acabo de conocer algo mejor a través de la novela negra de Antonio Lozano, El caso Sankara


Mezquita de Bobo-Dioulasso. César María Aguilar Gómez.
A solo 60 kilómetros de Bobo-Dioulasso nuestra tercera y última avería, pero con ingenio nos lo arreglaron y llegamos a tiempo. Nos instalamos en casa de unos amigos y salimos a Le Bois d'Ebene. Esa noche había un reunión de griots y músicos del Africa occidental: guitarras eléctricas, saxos y ritmos de soukous, rumba congoleña, desert blues, wassadou... ¡estuvo genial! Buena parte de las músicas eléctricas surgidas a partir de los sesenta en África occidental me apasionan, no todas, pero sí lo que oí esa noche. Al día siguiente apuré mi visita a la ciudad, me despedí de Nines y Raquel y en autobús a Ougadougou. El avión hasta Casablanca tardó poco más de 3 horas, lo que a nosotros nos llevó tantos días por tierra. Pero fue un viaje inolvidable.


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