viernes, 21 de febrero de 2014

Transiberiano 4 (2013) El lago Baikal, un gigante siberiano

Casas y bosques. Listvianka. César María Aguilar Gómez.
Para conocer la región del lago Baikal nos acercamos hasta la población de Listvianka. Allí acuden los rusos a pasar sus vacaciones, a disfrutar de las vistas del “lago-mar” y a sacarse de encima el frío del helador invierno siberiano. Las jornadas de sol de primavera y verano contribuyen a ello. Pero el lago Baikal no es un sitio de veraneo más, es un lugar realmente singular con unas proporciones difíciles de imaginar al verlo dibujado en un mapa. De norte a sur tiene unos los 600 kilómetros de largo y de ancho ronda los 80 kilómetros. También es uno de los lagos más profundos del mundo con más 1600 metros.






Lago Baikal con barcos pesqueros. C.M. Aguilar Gómez.
El lago se asienta sobre en el mayor rift continental del mundo, en una gran falla de origen tectónico que es la que le proporciona esa profundidad. La falla aún sigue abriéndose lentamente, motivo por el cual hay en la zona surgencias difusas de aguas termales asociadas al lago. Pero además se trata de uno de las masas de agua dulce más antiguas del mundo. Se estima que comenzó a formarse hace unos 25-30 millones de años, de ahí la originalidad de su flora y fauna. Si ya sorprende su profundidad actual, hay que tener en cuenta que su fondo no ha parado de llenarse de sedimentos en todo el tiempo transcurrido desde su formación.




En torno al lago Baikal. César María Aguilar Gómez.
Se calcula que el fondo del lago aloja unos 9 kilómetros de sedimentos, lo que constituye un descomunal registro de datos de otras épocas de la Tierra. Pero el Baikal no sería lo mismo si no tuviera el entorno que tiene y es que está rodeado de una extensa región de bosques y montañas de donde surgen los más de 300 ríos que vierten al lago. Tantos ríos llevando agua pero solo uno de salida, el río Angara, el mismo que pasa por Irkutsk y que han represado con sucesivas escalas para aprovechar su potencial hidroeléctrico. Cuando te asomas a las aguas del Baikal puedes ver la gran claridad que tienen pues, salvo en algunos lugares puntuales de su inmensa cuenca, no recibe grandes vertidos contaminantes.



Exploración bajo el hielo con buzo. Foto de museo.
Otra de las grandes cifras que se citan cuando se habla del lago es la enorme proporción de agua dulce que acumula, nada menos que el 20 % del agua dulce no congelada del planeta. El Baikal, por estar donde está, tiene dos caras bien distintas a lo largo del año, la de verano que nosotros vimos y la de invierno cuando se forma sobre él una gruesa e inmensa placa del hielo. En esa época circulan sobre él vehículos pesados sin problemas. En su momento se intentó que el tren transiberiano pasará durante el invierno sobre raíles tendidos en el hielo. Aunque la idea no era mala, el resultado sí que lo fue. Las surgencias termales debilitaron el hielo que no soportó el enorme peso del tren.




Raro crustáceo endémico orillado. C.M. Aguilar Gómez.
En Listvianka vimos un pequeño puerto con barcos de pesca como si fuera la costa. Las aguas del lago tienen una gran riqueza piscícola que esos barcos aprovechan, luego en la costa los ahúman para conservarlos. Hay una especie, el omul (Coregonus autumnalis migratorius), que es muy apreciada en la zona y que puedes ver en los mercados de la población. Pero no solo hay omules. Toda la vida acuática del lago es realmente singular, especialmente peces y crustáceos, que son los más aparentes. Hay especies que se diversificaron hace millones de años y que solo se han mantenido allí, auténticos fósiles vivientes. Un laboratorio de la evolución que ha dado muchos endemismos.

jueves, 13 de febrero de 2014

Transiberiano 3 (2013) Kazán-Ekaterinburgo-Irkutsk

Viajando en clase "plascard". Foto:Iratxe Gonzalez
Tras la parada de Kazán de nuevo al tren y hasta Ekaterimburgo. Esa ciudad está situada ya a unos 1600 kilómetros de Moscú y, aunque en ese trayecto el paisaje apenas cambió mucho, había un hito en él que no quería pasarme de largo: los Urales. Cuando contemplas un mapa de Rusia destaca esa larga cordillera que, de norte a sur, parte el país en dos. Al oeste de los Urales está la llamada Rusia europea, hacia el este la auténtica Siberia. Sin embargo, los Urales son poca cosa por el sitio que los cruza el transiberiano. Los pasamos sin darnos cuenta... sí allí se veían unas colinas más boscosas con más abedules, pinos y abetos. Poco más.
 



Ekaterimburgo. Foto: César María Aguilar Gómez.
En un viaje en el transiberiano, además de disfrutar del paisaje desde la ventanilla está la propia vida en el tren. Hay vagones de varias categorías según el tren que tomes, aunque todos ellos son aceptables y en todos duermes en literas. Los más cómodos para nosotros eran los de clase “kupe”, compartimentos para cuatro y más espacio que en los “plascard”. En estos últimos viajas en un vagón sin compartimentos cerrados donde cada se cual encaja en su sitio como si fuera un “tetris” humano. En esos también nos tocó viajar. Una cuestión peculiar de los trenes rusos es la presencia de la "provodnitsa", una mujer responsable de cada vagón.




Iratxe y yo en el centro de Irkutsk. Iratxe Gonzalez
Ellas revisan los billetes, mantienen todo limpio, te dan las sábanas para la noche y son eficientes como pocas. Sin embargo humor gastaban poco, o quizás fuera el carácter ruso. En Ekaterimburgo tan solo paramos un día y nos encontramos con una gran urbe en pleno crecimiento. Regresamos al tren y pasamos dos días en plascard recorriendo la auténtica Siberia, la del este de los Urales. Así hasta Irustsk. Esa población ha logrado mantener algo de la cara histórica de lo que fueron las ciudades siberianas de casas de madera adornadas con ventanas talladas. Tiene una mezcla de edificios estalinistas, neoclásicos presoviéticos y construcciones de madera en el mismo centro. Al final nos acabó gustando, aunque no fue la primera impresión.

 

Variantes del escudo de Irkutsk. C.M. Aguilar Gómez.
Irkutsk se sitúa a unos 70 kilómetros del Lago Baikal, por eso paramos en ella. También hubo motivos prácticos pues allí debíamos esperar por los visados para entrar en Mongolia. Irustsk cuenta con una interesante historia, lugar de “frontera” durante mucho tiempo y sitio de paso para el avance de los rusos hacia el este. Por algo Julio Verne imaginó a Miguel Strogoff haciendo de correo del zar hacia ella. Hasta esa ciudad el transiberiano pudo trazarse sin demasiados problemas pero allí se topó con el inmenso lago Baikal y sus montañas. Grandes obstáculos naturales que el tren tuvo que solucionar de la manera más ingeniosa.




Indumentaria de chamanes. C.M. Aguilar Gómez.
El escudo de Irkutsk aún tiene un tigre siberiano con una marta cibelina en la boca. En los escudos actuales es difícil reconocer la figura del tigre, pero no en los más viejos. Hoy ya no hay tigres allí, solo quedan unos 500 ejemplares en la Siberia más oriental cerca del Pacífico, pero la región tiene muchas otras historias que pueden conocerse en los museos de la ciudad. A nosotros nos gustaron las muestras etnográficas de los pueblos nativos y sus ritos chamánicos. Y es que los pueblos siberianos fueron unos completos desconocidos hasta el siglo XX, de ahí el impacto que causó el libro Derzu Uzala de los viajes del coronel Vladimir Arseniev entre 1902 y 1907.

martes, 4 de febrero de 2014

Transiberiano 2 (2013) Entre Moscú y Kazán

Salida del transiberiano en Moscú. C.M. Aguilar Gómez.
Coger un tren nocturno te priva de las vistas del paisaje, pero te permite avanzar más rápido mientras descansas y te ahorras una noche de alojamiento. Pensé que me perdería una parte del paisaje en esos trayectos, pero como pasas tantas horas en el tren tampoco es tanto lo que dejas de ver. Hasta llegar a Kazán todo el paisaje era una llanura continua donde se iban alternando los bosques de abedul y los pinares de lo que parecían pinos silvestres. La taiga. No se trataba de un bosque continuo sino abierto con  tramos de pastos, herbazales y suelos turbosos. Las cunetas estaban florecidas y el tiempo era soleado, así que con solo mirar por la ventanilla tenía entretenimiento para rato.




Bosques y pueblos desde el tren. C.M. Aguilar Gómez.
Hay que reconocer que el paisaje cambiaba poco, pero era uno de esos paisajes “trance” con los que me puedo pasar tiempo y tiempo embobado. A veces eso facilita que nuevas ideas o reflexiones afloren de forma inesperada mientras observas despreocupado el paisaje. Esa monotonía no es sinónimo de aburrimiento y cuando algo cambia, los sentidos parecen celebrarlo prestándole una atención extra. Podía ser un aguilucho pálido volando sobre un herbazal que, por la rapidez de la observación, también pudo ser un aguilucho papialbo. Siempre te quedan esas dudas en las observaciones fugaces. Otras veces era la certeza de una collalba gris posada sobre una piedra junto a la vía del tren. 




Ventanas típicas siberianas. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Pero en general se veían pocas aves desde la ventanilla. O al menos, pocas respecto a lo que pensé en un principio que iba a ver. Estoy acostumbrado a la abundancia que proporcionan las latitudes templadas y no caigo en la cuenta de que en regiones tan septentrionales y forestales todo es más difícil de ver. Y más desde la ventanilla de un tren en marcha. Pero no me importó, porque para eso estaban las casas y poblaciones que atravesábamos. La taiga se veía habitada con pintorescas casas de madera de todos los colores y formas, cada cual con sus pequeños huertos y parcelas. Desde las casas más cuidadas a las más ruinosas, todas me transmitían la sensación de estar ya en una región distante y distinta de lo conocido. 




Iglesia ortodoxa en Kazán. César María Aguilar Gómez.
De todos los detalles de las casas, las filigranas de las ventanas eran las que más llamaban mi atención. Unas tallas que en la zona del lago Baikal podría ver sin prisa en las casas tradicionales que allí ahí. A media mañana del primer día de tren llegamos a la ciudad de Kazán y permanecimos día y medio en ella. Al poco de estar allí nos dimos cuenta que éramos de los pocos turistas extranjeros en el ciudad y no era porque le faltarán encantos. A orillas del Volga se trata de una ciudad cuyo Kremlin es patrimonio de la Humanidad. Todo el centro está recién restaurado y además se la ve con un gran dinamismo y un gran poderío económico. La población cumplió en 2005 su primer mileno de existencia y ya ha superado el millón de habitantes. 


Mezquita del Krelim, Kazán. César María Aguilar Gómez.
Apenas tenía referencias de estas ciudades que me iba a encontrar al este de Moscú y por ello quizás me imaginaba algo decadente de la era postsoviética. Nada más lejos de la realidad. Nos costó encontrar un hostal para nuestro presupuesto, pues lo que más había eran hoteles de lujo para hombres de negocios. Kazán alberga una de las mayores diversidades étnicas de Rusia y además está orgullosa de la tolerancia que hay entre los distintos credos religiosos. Como en toda Rusia son muchas y espectaculares las iglesias ortodoxas, pero a ellas se añaden en Kazán las mezquitas musulmanas. La gran mezquita azul del Kremlin no hace ni cuatro años que se terminó, en un recinto compartido con templos ortodoxos.


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