viernes, 8 de agosto de 2014

Transahara 2 (2013-14) Marruecos, Ceuta-El Aaiún

Eligiendo dátiles en Jemaa el-Fnaa C.M. Aguilar Gómez.
La primera parte de la ruta consistió en cruzar Marruecos de norte a sur por el litoral. Fue un trayecto de varios días que comenzó en el verde y húmedo norte marroquí. A través de autopistas llegamos a Marrakech dejando atrás humedales costeros, invernaderos hortícolas, campos labrados y bosques de alcornoques. De vez en cuando desde la cabina veía vuelos de elanios azules (Elanus caeruleus), ratoneros moros (Buteo rufinus) y muchas muchas garcillas bueyeras (Bubulcus ibis). Al pasar junto a Marrakech no nos resignamos a parar un rato en la siempre bulliciosa plaza Jemaa el-Fnaa.






Estribaciones al sur del Souss. C.M. Aguilar Gómez.
Allí mismo disfrutamos de los típicos zumos de naranja recién exprimidos, de un breve paseo y repostamos unos dátiles para el camino. No es la primera vez que visito la ciudad pero siempre me quedan ganas de estarme más. En esta ocasión no pudo ser, así que regreso a la autopista y hacia Agadir. Entre Marrakech y Agadir vimos desplegarse un pintoresco paisaje de media montaña con tierras rojas y afloramientos de roca, el AntiAtlas. El suelo descarnado de esas montañas se cubre de una planta parecida a los cactus. En realidad no lo son, ya que no hay cactus en África, se trata de Euphorbia echinus y su forma es una convergencia evolutiva de adaptación a la aridez. En Canarias los llaman “cardones”.




Desembocadura Oued Ez Zehar. C.M. Aguilar Gómez.
Pero lo que más presencia tiene en ese paisaje son los arganes (Argania spinosa) un árbol propio del valle del Souss. Es casi una especie “maná”, sale sin apenas suelo fértil, da de comer a las cabras y produce un aceite muy apreciado para distintos usos. Por las cunetas de la ruta también se dejaron ver, ágiles y vigilantes, algunas fugaces ardillas morunas (Atlantoxerus getulus). Tras pasar los oueds Souss y Massa, en el entorno de Agadir, los paisajes se volvieron cada vez más áridos y poco a poco los arganes comenzaron a desaparecer. Proseguimos atravesando poblaciones como Tiznit, Guelmim y Tan-Tan. A partir de Tan-Tan la carretera se aproximó a la costa y ya prácticamente no la abandonó durante todo el recorrido hasta Mauritania.




Gaviotas Larus audouinii. César María Aguilar Gómez.
Buena parte de la costa atlántica en ese trayecto son grandes acantilados de roca. Desde la parte alta de los cortados se veían pescadores con largas caña tirando sus lances a un mar de fuerte oleaje donde parecía complicado obtener capturas. Antes de llegar a El Aaiún, ya territorio del Sáhara Occidental ocupado, atravesamos varios oueds que interrumpían los acantilados costeros y formaban playas. Los humedales formados eran lugares de invernada de muchas aves europeas. Por allí se veían gaviotas de Audouini (Larus audouinii), muchas de ellas anilladas muy probablemente en el Delta del Ebro, donde se concentra y anilla gran parte de la población mundial de la especie.




Laguna de Najla P.N. Khenifiss. C.M. Aguilar Gómez.
También pudimos ver otras especies como flamencos (Phoenicopterus ruber), charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y diversos limícolas como ostreros (Haematopus ostralegus). De todos modos había poco tiempo para detenerse, así que solo íbamos viendo lo más aparente. Uno de los días que dormimos junto a una playa, en el paseo matutino por la orilla, puede encontrar el esqueleto un delfín entre los restos de basura traídos por el mar. De todos estos oueds que vierten al Atlántico hay uno espectacular, el que forma la laguna de Najla en el parque nacional Khenifiss de Marruecos. Su verdor entre tanto color ocre parecía un auténtico espejismo.

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