lunes, 26 de enero de 2015

El duende del bosque visita el Ebro


Corzo macho en la Sierra. César María Aguilar Gómez.
El corzo (Capreolus capreolus) es una especie forestal, una especie de bosque, un delicado ungulado que rompe nuestros esquemas cuando lo vemos en campo abierto. Pero no solo es posible encontrarlo en los bosques. En La Rioja se ve también en zonas de cereal, siempre que tenga zonas forestales y monte arbolado cerca. En primavera no es raro hallarlo entre trigos, cebadas y linderos de fincas en el piedemonte de la Sierra. Allí puede hacer, en ocasiones, los partos ocultando sus crías entre la frondosidad de herbáceas de los linderos. En los trabajos de búsqueda de nidos de aguilucho cenizo (Circus pygargus), que por aquí se realizan todas las primaveras, suelen verse corzos entre el cereal mientras “barres” a telescopio el paisaje. Un lugar en principio atípico.



Corzo hembra en el Ebro. César María Aguilar Gómez.
Pero, a pesar de todo, el corzo sigue siendo una especie forestal y más lejos lo más cerca habrá alguna zona arbolada, monte bajo o cultivo arbóreo. En los últimos años lo he visto en muchas ocasiones en las riberas de los ríos. En muchos de los ríos tributarios del Ebro. Las hileras de vegetación y choperas, son parte de ese ambiente forestal al que lo asociamos, estén mejor o peor conservadas. Así es en las riberas de los tramos bajos de los ríos Oja, Najerilla o Leza cuando ya el ambiente alrededor es todo de cultivos. Allí también se pueden ver corzos. Hasta ahora los había encontrado en todos esos sitios: bosques, cereales de piedemonte, riberas y choperas. Pero no junto al río Ebro. 





Huellas de corzo en el Ebro. César María Aguilar Gómez.
Los sotos y riberas del río Ebro son como islas, zonas naturales dentro de un paisaje agrícola muy humanizado y transformado. A veces son solo una hilera de arboles junto al cauce, otras forman forma sotos, amplias extensiones de vegetación natural con un gran dinamismo con las crecidas. Los corzos pueden acercarse a los sotos y aprovechar sus pastos. Al igual que hacen en otras riberas. Pero la humanización del entorno del Ebro es mayor que en otros lugares y la conexión con zonas forestales es más escasa. Aun así, ahí están corzos exploradores como el que encontré el pasado octubre, primero por huellas y luego en una cámara de fototrampeo. Una hembra curiosa, una sorpresa junto al Ebro, a no muchos kilómetros de una ciudad como Logroño.

jueves, 15 de enero de 2015

Por el Nilo en Kayak (Libro)

Por el Nilo en Kayak
John Goddard
Editorial Juventud
ISBN: 84-261-1788-0
 
(Biblioteca Pública de La Rioja DP-11867)

A mediados del siglo XX el Nilo era considerado el río más largo del mundo y, al parecer, nadie lo había recorrido de forma completa desde las fuentes hasta su desembocadura. El americano John Goddard con sus compañeros franceses, Jean y Andre, se propuso hacer realidad ese trayecto en kayak. Fue en 1950. En aquellos años los kayaks eran una cubierta de lona impermeable tensada con una estructura interior de listones de madera. Pura artesanía. Pero si precaria eran las embarcaciones, aún era peor la experiencia previa que tenían. Dos de ellos no habían montado nunca en kayak y ninguno lo había hecho en aguas bravas. Tenían por delante más de 6000 kilómetros de río. La primera experiencia en el río no pudo ser más desastrosa.



En un tramo del río que desaguaba en el Lago Victoria, la expedición estuvo a punto de acabar en tragedia y sus integrantes tragados por los rápidos. Se salvaron por los pelos. Dado que los kayaks eran demasiado frágiles para los tramos más turbulentos, tuvieron que caminar por la orilla algunos de los más complicados. Pero otros trayectos de aguas remansadas no eran menos peligrosos. El Sudd era un auténtico laberinto de vegetación flotante y cambiante del que, de haberlo navegado como querían,  no habrían salido vivos. Las autoridades coloniales, al ver su temeraria actitud, les prohibieron navegar allí con aquello y tuvieron que atravesar el Sudd en un vapor. 

 

Pero, a pesar de todo, siguieron. Las orillas del Nilo dan para saciar la curiosidad de cualquier viajero interesado en la historia, la arqueología, la etnografía y la naturaleza ribereña de países como Uganda, Sudán y Egipto. De todo ello da sobrada cuenta Goddard, que recoge muchos detalles de los poblados, aldeas y ruinas que visitan en el transcurso del viaje. También de la multitud de aves que ven por las orillas y en las que el autor muestra un gran interés. Pero no solo aves, también manadas de elefantes que recorren las orillas y muchos, muchos cocodrilos e hipopótamos en algunos de los tramos. Una compañía peligrosa de la que salen indemnes, no sin unos cuantos sustos.

sábado, 3 de enero de 2015

De las ballenas al transporte fluvial de maderas

Caza de ballena en el Cantábrico. Libro J.A. Aspiazu
Hay ocasiones en que un viaje, la visita a un paraje natural, una exposición o la lectura de un libro de temática novedosa para mí, son el desencadenante de una “cascada” de curiosidades que trato de resolver durante algún tiempo a través de libros. Normalmente se cómo empieza pero, a veces, me sorprendo de dónde termina el foco de interés. Ha sido el caso de la caza de la ballena que, desde la Edad Media, se practicó a lo largo de la costa cantábrica de la Península Ibérica. La exposición "Cazadores de Ballenas" del museo naval de San Sebastián de 2011, que ya reseñé en este blog, fue probablemente el inicio. Más tarde, esa misma historia la volví a encontrar muy bien documentada en un video del centro de visitantes de las marismas de Santoña (Cantabria).


Sellos medievales de la costa vasca. Libro J.A. Aspiazu
En ese centro se daba información detallada de buena parte de los puertos y playas que sirvieron durante siglos para la arribada de ballenas tras las cacerías. Gran parte de esos lugares son hoy parajes muy turísticos de la costa, sin que de ese increíble pasado tenga conocimiento la mayoría de la gente que los visita. Un libro para conocer mejor esas historias ha sido “Balleneros Vascos en el Cantábrico” de José Antonio Aspiazu que hallé en un mercado de libros de segunda mano en Bilbao. Cuando la caza de la ballena franca norteña (Eubalaena glacialis) se agotó en las aguas cantábricas, hubo que buscarla más allá y los vascos se dirigieron en el siglo XVI con sus naos balleneras hacia occidente.


Bacaladeros. Museo Paimpol, Bretaña C.M. Aguilar Gómez
En su búsqueda llegaron a las aguas de Terranova, junto a las costas de Canadá y Groenlandia, donde hallaron unos desconocidos e impresionantes bancos de bacalao. En la importancia de los bancos de Terranova, y del propio bacalao, está otra de las ramificaciones del interés inicial. Parte de la historia la he seguido con la novela de Yon Suinaga “Allende los mares” y con el libro de Mark Kurlansky “El bacalao: biografía del pez que cambió elmundo”. Pero ya el propio hecho de construir un barco ballenero y mandarlo a cruzar el Atlántico era una aventura considerable. Casualmente en el año 2014 comenzó en el puerto de Pasaia la construcción de una réplica exacta del ballenero San Juan del siglo XVI, hundido en Red Bay, en la costa de Canadá.


Astillero de la nao San Juan Sep 2014. I. Gonzalez
Su construcción es un proceso de cara al público muy bien interpretado que visité en su inicio. Su botadura está prevista para el 2016. La construcción de la Nao San Juan ha sido todo un reto para rescatar del olvido el viejo oficio de la carpintería de ribera. España tuvo grandes flotas de barcos para el tráfico comercial con América y escuadras de guerra cuando los conflictos entre naciones europeas se decidían en batallas navales. De ahí que he recordado un libro que tenía olvidado en mi biblioteca y que he releído con nuevos ojos “Los bosques flotantes. Historia de un roble del siglo XVIII" de Gaspar de Aranda y Antón, basado en la tesis doctoral que hizo el autor sobre el consumo de madera en España para los barcos de la armada. 


Navatas en Burgui, Navarra 2006. C.M. Aguilar Gómez.
De los conocidos como bosques de la Marina se extrajeron durante muchos años los mejores y más sanos árboles para la construcción naval. Y ya para finalizar, la última ramificación de esta “cascada” de curiosidades ha sido la del transporte fluvial de las maderas para la construcción naval. Algo se menciona en el libro de Gaspar de Aranda, pero es una tradición que se ha recuperado como reclamo turístico y que se puede volver a ver en los ríos del Pirineo español. Hace algunos años estuve en Burgui (Navarra) viendo una recreación de aquel oficio. Ríos con rápidos y cascadas donde los gancheros se jugaban la vida conduciendo la madera en balsas, las llamadas almadías o navatas. Un viaje y un oficio que se detalla en una novela, ya clásica, de José Luis Sampedro “El río que nos lleva" que he disfrutado este otoño.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...