miércoles, 14 de junio de 2017

Nueva Zelanda 11 (2016) Glaciares y bosques en la costa oeste

Paisajes de la costa oeste. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
La carretera de la costa oeste, que encontramos tras cruzar Arthur´s Pass, recorre una de las regiones menos pobladas de Nueva Zelanda. Una con apariencia de fin del mundo. Para acentuar más esa sensación está su historia, que incluye un periodo de colonización y fiebre del oro que comenzó hacia 1860.

Las poblaciones aprovechan los fondos de valle para la ganadería, pero fuera de ellos el paisaje es todo bosque. Solo bosque. Detrás las montañas en una de las zonas que más llueve de todo el país.






 

Bosque, nieblas y cascadas. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Los frentes cargados de agua procedentes del mar de Tasmania chocan en esta costa contra los Alpes neozelandeses dejando un paisaje saturado de verdor. Gran parte de la carretera pasa por zonas con unas precipitaciones medias superiores a los 4000 mm anuales. En las montañas del fondo bastantes más.

Una buena vista de la cordillera y de algunas de sus mayores cimas se obtiene desde el lago Matheson. Desde allí, si el día está despejado, se puede ver el mítico Monte Cook (3724 m) y algunos de los otros tresmiles que lo flanquean, como el Monte Tasman.




 


Mte Cook y Tasman tras Matheson C.M. Aguilar Gómez
La falla que ha originado este levantamiento es una de más largas que aún permanecen activas en el mundo. Los geólogos han calculado que esta cordillera se levanta unos 5 metros cada 200-400 años, cuando se libera la tensión de la falla, que viene a coincidir con terremotos de gran intensidad.

En los Alpes neozelandeses también se dan cita los glaciares. Extensos campos de hielo cuyas lenguas desbordan por diversos valles. Hay dos que caen de forma abrupta hacia la carretera de la costa, son los glaciares Franz Josef y Fox, dos de las paradas destacables en la ruta.





Lengua del glaciar Franz Josef. C.M. Aguilar Gómez.
Las lenguas de estos glaciares han retrocedido bastante en las últimas décadas y, quizás, ya no sean igual de impactantes que años atrás. El frente se ha mezclado con rocas y presenta un aspecto sucio, con el hielo azul cada vez más arriba. Aún así un glaciar es un glaciar y encontrarlos aquí es una agradable sorpresa. 

Nosotros visitamos los dos glaciares, aunque quizás lo que más me impresionó fue el propio valle que han labrado. Un valle con paredes de roca pulida en los escasos lugares donde la vegetación aún no ha podido progresar. 





Varias especies de árboles. Fotos: C.M. Aguilar Gómez.
Otro lugar donde ver y aprender de la vegetación de estos bosques es el propio lago Matheson que cuenta con un recorrido circular con variedad de árboles nativos. Entre ellos vimos especies como el totara (Podocarpus totara), el rimu (Dacrydium cupressinum), el kahikatea (Podocarpus dacrydoides),  el árbol lanza (Pseudopanax crassifolius) o Fuchsia excorticata. 

Además de los glaciares y al lago Matheson, otro lugar que visitamos fue la población de Okarito, allí se encuentra una de las especies de kiwi con una distribución más restringida. En la búsqueda nocturna no tuvimos suerte con él, pero sí con el ninox maorí (Ninox novaeseelandiae), la única rapaz nocturna autóctona en el país.

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