lunes, 28 de agosto de 2017

Nueva Zelanda 15 (2016) Oamaru y los pingüinos enanos

Cormoranes moteados y Steward. C.M. Aguilar Gómez.
En la ruta por la costa este, una de las últimas paradas fue Oamaru. Allí vimos una colonia de pingüinos enanos (Eudyptula minor) que se ha formado en una cantera abandonada del puerto. Las aves eligieron el lugar de forma natural, aunque luego les pusieron todo tipo de facilidades para criar, como cajas nido y un vallado de la colonia.

Al llegar al puerto ya vimos que en esas aguas el alimento para las aves debía ser abundante. Había cormoranes moteados (Phalacrocorax punctatus) y de la Steward (Phalacrocorax chalconotus) a raudales. En una vieja estructura de madera del puerto no cabían físicamente todas la aves allí posadas.




Nidales y gradas en Oamaru. C.M. Aguilar Gómez.
La llegada de los pingüinos a la colonia de Oamaru es un espectáculo popular. Hay gradas, focos orientados al agua, barreras que los conducen a los nidos y mucha gente observando. Acudimos a la visita de la noche un tanto escépticos. Tanto despliegue para un fenómeno natural resulta raro.

Los pingüinos pasan el día en el mar y no entran a los nidos hasta que no es complemente de noche. Para evitarles molestias hay que permanecer en silencio y abstenerse de sacar fotos en esos momentos. A los grandes focos se acostumbran, pero a los flashes de las cámaras no. Es en esos momentos de duda cuando deciden si es seguro salir del agua o no.



Cuidadín de noche con los pingüinos C.M. Aguilar Gómez
Los pingüinos enanos crían en huras en zonas tranquilas en la primera línea de la costa. La colonia de Oamaru demuestra que no es necesario que sean lugares remotos ni alejados de las poblaciones. En Tiritiri Matangi tuve ocasión de ver uno de estos pingüinos muerto y arrastrado por la marea hasta la playa. Y, realmente, son muy pequeños. Es la especie de pingüino más pequeño que existe.

En la cantera del Oamaru los vimos llegar en pequeños grupos, tímidos, dubitativos y torpes en tierra, tal y como te los imaginas. Un auténtico espectáculo.





Pingüino enano (Eudyptula minor) C.M. Aguilar Gómez
Después de la visita regresamos a pie hacia el camping por la carretera del puerto. Fue entonces cuando comenzamos a oír sus gritos por todos los sitios. Durante la salida del agua pueden parecer tímidos pero, una vez en tierra, el celo los vuelven locos y temerarios. Estaban gritando por cualquier rincón del puerto.

Había pensado que solo los vería dentro del recinto protegido de la cantera. Me equivoqué. La colonia excede en mucho ese vallado y las aves eligen sus huras no solo en ambiente domesticado del cercado, también en la base de  las casas abandonadas del puerto.





Pingüino enano (Eudyptula minor) C.M. Aguilar Gómez
Con la luz de la linterna pude contemplarlos a placer. El nivel de excitación de los ejemplares era tal que deambulaban sin miedo a poco que te cuidaras de poner luz roja en la linterna para no deslumbrarlos. No parecían tener el mismo carácter tímido de unas horas antes.

Este espectáculo, por improvisado e inesperado, fue realmente mucho mejor que el show de la cantera. No recuerdo haber disfrutado tanto viendo una ave en mucho tiempo. Un buen final para este viaje por nuestras antípodas.


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