domingo, 7 de enero de 2018

En kayak al encuentro de la luna llena

En kayak bajo la luna 8-sep-2017. C.M. Aguilar Gómez.
Propósito del nuevo año: retomar algunas historias y viajes del 2017 que se fueron quedando sin su crónica en este blog. La primera de ellas será una salida nocturna en kayak tras una de las lunas llenas del pasado verano.

Con mis compañeros habituales de kayak, Carlos y Juan, había hablado hace tiempo de esta posibilidad. Debía ser en verano, por aquello del calor, la poca corriente y la vida que bulle en el Ebro. Pero con esos condicionantes no hay más de cuatro ocasiones cada verano para hacerlo. Que coincidiera, además, en fin de semana, sin nubosidad y con nuestra disponibilidad no era sencillo de cuadrar y había pasado bastante tiempo desde que la idea surgió por primera vez.



Recorrido ida y vuelta en el Ebro. C.M. Aguilar Gómez
En septiembre los “astros”, en este caso la luna, se alinearon con nuestra idea y tuvimos nuestra oportunidad. Convencí a Carlos, que no a Juan que luego se arrepentiría al contarle la experiencia, y nos echamos al río al atardecer.

Las lunas llenas de verano son una buena ocasión para poder recorrer el río de una manera diferente. Durante la noche, ya se sabe, una fauna despierta mientras otra descansa. Ya solo por estar ahí en ese momento y por el paisaje a luz de la luna bien merecería la pena. Decidimos recorrer un tramo del Ebro entre La Puebla de Labarca y Fuenmayor.





Árboles  "fantasmagóricos". Foto: C.M. Aguilar Gómez.
El tramo incluía una zona de aguas calmadas por la presencia de un azud, donde podríamos ver reflejada la luna. También una isla-soto para recorrer y cortados fluviales de areniscas. Muy completo para un tramo corto.

Al atardecer nos pusimos a navegar hacia el oeste para ver la caída de la luz. La noche era cálida, sin viento y con el silencio solo roto por las paladas y la quilla rompiendo la lámina de agua. Pronto la luz cayó y aunque, en un primer momento, encendimos las linternas pronto acostumbramos la vista y avanzamos sin ellas. Era más mágico y la luz del ocaso aún se reflejaba en el agua.



 
Alburno "saltarín nocturno". Foto: C. Aguilar.
En silencio agudizas la vista y el oído. En la ribera se oían las garzas. En estas fechas son frecuentes tras la dispersión de los juveniles de las colonias que hay en varios humedales del valle del Ebro. De repente sentí un palpitar en el cubrebañeras del kayak y me sobresalté. Encendí la frontal y ahí estaba un pequeño alburno (Alburnus alburnus) que había saltado fuera del agua y había ido a parar hasta mí.

Luego, al pasar junto a los cortados, nos sorprendimos al oír en varias ocasiones el ulular de un buho real en lo alto. Sí, ¡el gran duque! No son raros, pero oírlos cantar a comienzos de septiembre no me había sucedido nunca.




Carlos y yo en la isla, habrá que cenar ¿no? C. A.
Al llegar a la isla, cada rincón de sus playas y orillas era un lugar lleno de misterio a la luz de las linternas. En un momento oímos varios golpes en el agua. Eran castores (Castor fiber), esos que pueblan el Ebro desde unas sueltas ilegales hace algunos años. El golpear de la cola en el agua es su voz de alarma antes de sumergirse. Pero al rato salen a superficie y curiosean. Así varias veces hasta ver la cabeza de uno sobresaliendo a unos 20 metros. 

¿Y la luna se preguntará alguno? Pues tardó en estar por encima de nosotros un par de horas desde el atardecer. Y fue un espectáculo, así como la excusa perfecta para esta salida.

2 comentarios:

  1. Es que no me atrevía a ir con inexpertos, j j j..., pero sólo con lo que cuentas de lo que oísteis esa tarde-noche, ya tengo el listado y a la siguiente no fallo.

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    1. ¡Eramos inexpertos!... ahora Carlos y yo ya somos lobos de río nocturnos... la próxima no falles!

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